Persistencia del náhuatl

En el año de 1492, mientras Cristóbal Colón se disponía a surcar el océano buscando las Indias por la ruta de occidente, cientos de miles de judíos que habían vivido en paz, por siglos, en su España (Sefarad), durante la larga dominación árabe, eran ahora echados al mar, en un forzado exilio sin posible regreso. Arrancados a sus hogares y despojados de todos sus bienes, con ellos los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, remataron la reconquista de la Península Ibérica. Despojados de todo cuanto poseían, los judíos españoles, nuevamente vagabundos dolientes, solamente llevaron consigo las llaves de las puertas de sus casas y el idioma adquirido durante la estancia en la tierra que alguna vez les fue tibia y amorosa.

Sabido es que el celo de los soberanos de Castilla y Aragón, una vez definitivos triunfadores sobre el moro se radicalizó al extremo de ordenar se expulsara también la lengua árabe sin que de ella quedara el mínimo vestigio en el recobrado territorio. Asimismo sabido es que, no obstante, todo un ancho mar de palabras arábigas se resistieron a la mudez y de hecho permanecen intactas hasta el momento en que escribo esta línea y tú la lees. Prueba en el diccionario: todas las palabras -con apenas una o dos excepciones confirmadoras- que comiencen con "al" o "ala" son de sangre árabe completa: albañil, albayalde, alberca, alacena, alambique, alhaja, almohada, albarda, alcázar, alcalde, alcancía, álcali, alcanfor, alcaparra, alcabala, alcohol y mil más...

Nada raro resulta entonces que, tras la conquista de los pueblos aborígenes de este continente que luego fue llamado América, por el nombre (Américo Vespucio) del navegante y cartógrafo que lo situó en el globo, y no Colombia, porque Colón creyó siempre que había arribado a las Indias y no a un mundo hasta entonces desconocido para los europeos, los hombres blancos y barbados hayan impuesto su idioma, el castellano, lengua espléndida sin duda.

Por supuesto, como es regla infalible en los conquistadores todos se lo encajó mediante la brutalidad aplastadora, sobre de los escombros de la religión, las costumbres y el habla de los torturados, humillados y vencidos. Durante el coloniaje, en la Nueva España, alzada en lugar del México-Tenochtitlan aniquilado, sólo los peninsulares tuvieron poder, autoridad, gobierno. Sus hijos, aquí nacidos, los criollos, quedaron sólo como meras figuras alegóricas en la desigualdad patente del cuadro social del virreinato. Los mestizos estaban impedidos de...

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