Piedra de Toque/ Podredumbre terminal

AutorMario Vargas Llosa

Pero ni siquiera aquel espectáculo del facineroso analfabeto y descalzo contemplando, desde la Casa de Pizarro, cómo se entremataban los espadones ávidos de poder mientras el país se deshacía, alcanza los extremos de truculencia y mugre con que ha entrado en su fase terminal el régimen autoritario que Fujimori y Montesinos, en complicidad con un puñado de militares felones, instalaron en el Perú en abril de 1992. La podredumbre que prohijó sale a flote, día a día, y sus miasmas se extienden por todo el planeta.

El 1 de noviembre, Los Angeles Times publicaba unas declaraciones del turco Sarkis Soghanalian, traficante internacional de armas conocido como "El Mercader de la Muerte", echando nuevas luces sobre el contrabando de fusiles comprados en Jordania por las autoridades peruanas para las FARC colombianas, operación de la que aquél fue intermediario.

Categórico, afirmó: "las armas se las vendí al Gobierno del Perú, no a los colombianos". Y, añadió, Vladimiro Montesinos lo trató a cuerpo de Rey, en Lima, llevándolo a almorzar a un club náutico "para agradecerme por haber gestionado la compra de esos 50 mil fusiles AK-47 en Ammán".

El traficante dijo también al periódico californiano que se sorprendió mucho cuando Montesinos le indicó que debía cobrar su comisión en la Embajada del Perú en España, donde se le entregaría "en efectivo, pues así es como trabajamos". "Eso no dejó de preocuparme, dijo el delicado 'Mercader de la Muerte', pues una transacción tan importante en efectivo parece cosa de narcotraficantes". Nunca mejor dicho.

No se habían apagado los ecos de este nuevo escándalo, cuando estallaba otro, más abultado. El Gobierno suizo, sin duda por presiones de Estados Unidos y la DEA, decididos ahora a clavarle la puntilla a quien se ha convertido en el nuevo Noriega panameño, reveló que Vladimiro Montesinos tenía tres cuentas en Zurich (en los bancos Leumi, Fibi y CAI), por unos 48 millones de dólares, presumiblemente procedentes del narcotráfico, y, como el bombero que pide agua al incendiario, solicitó al Gobierno peruano ayuda para investigar el caso.

Con ser cuantiosa, aquella suma parece sólo una muestra del patrimonio acumulado en el poder por el individuo al que, durante todos estos años, su cómplice principal, el Presidente Fujimori, defendió a capa y espada, presentándolo a la opinión pública como patriota ejemplar, y como el héroe de la lucha contra el terrorismo y, tal cual lo escribo, ¡contra el narcotráfico!

En menos de...

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