Piedra de Toque / El ejemplo del puma

AutorMario Vargas Llosa

En los años 80 la empresa estaba instalada en más de sesenta países y los Douglas se habían hecho millonarios. Ambos, pero él sobre todo, a la vez que imaginativos y eficientes empresarios, eran deportistas entusiastas, y Doug pasaba sus vacaciones escalando montañas o remando en su kayak en la Patagonia, Rusia, Europa, la Antártica, Alaska y Canadá.

"En 1985", me dice, sin la menor amargura y con una sonrisa de oreja a oreja, "me di cuenta que nada de lo que había hecho hasta entonces servía absolutamente para nada, salvo para ganar dinero". Para entonces había leído un libro de un par de ecologistas que le sacudió las fibras más íntimas: Deep Ecology: Living as if Nature Mattered, de George Session y Bill Devall. Y poco después descubrió los escritos del noruego Arne Naess, filósofo del ambientalismo y del retorno a la naturaleza, y montañista eximio, como el propio Doug. Entonces, de acuerdo con Kris, vendieron Esprit y su colección de pintura y escultura moderna, y los 180 millones de dólares que sacaron por ello los invirtieron en la Foundation for Deep Ecology (Fundación para la Ecología Radical) a quien pertenece el gigantesco parque natural de Pumalín, en el Sur de Chile, donde conversamos.

La belleza del lugar quita el habla. Son cerca de trescientas mil hectáreas de bosques, lagos, volcanes, playas, ríos, fiordos, casi despoblados de seres humanos, donde, gracias a los empeños de los Thompkins y su centenar de colaboradores -podría llamárseles apóstoles- van siendo resucitados los milenarios alerces y muchos otros árboles devastados por la tala indiscriminada, así como la fauna originaria, según una metodología cuidadosamente establecida para lograr el ambicioso designio de Doug Thompkins: devolver a Pumalín su condición primigenia, anterior al hombre y a la historia.

Detrás de esta formidable empresa hay mucho más que una defensa del medio ambiente y de los recursos naturales: una filosofía utópica que cuestiona los fundamentos de la vida moderna, desde la cultura urbana y la industrialización hasta la globalización, el consumismo y la demografía galopante, y proclama que lo único que puede salvar a la humanidad de la apocalíptica catástrofe hacia la que se dirige si no cambia de rumbo es el retorno a la vida primitiva, a aquel estadio histórico en que el hombre vivía sumergido en la naturaleza y adoctrinado por ella.

Cuando le digo que sus ideas me recuerdan las utopías decimonónicas de los franceses e ingleses que partían a...

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