Piedra de Toque / El mago del norte

AutorMario Vargas Llosa

Isaiah Berlin fue un demócrata y un liberal, uno de esos raros intelectuales tolerantes, capaces de reconocer que sus propias convicciones podían ser erradas y acertadas las de sus adversarios ideológicos. Y la mejor prueba de ese espíritu abierto y sensible que contrastaba siempre sus ideas con la realidad a ver si las confirmaba o contradecía, la dio dedicando sus mayores empeños intelectuales a estudiar, no tanto a los filósofos y pensadores afines a la cultura de la libertad, como a sus más enconados enemigos, por ejemplo un Carlos Marx o un Joseph de Maistre, a los que dedicó ensayos admirables por su rigor y ponderación. Tenía la pasión del saber y, a quienes promovían las cosas que él detestaba, como el autoritarismo, el racismo, el dogmatismo y la violencia, antes que refutarlos, quería entenderlos, averiguar cómo y por qué habían llegado a defender causas y doctrinas que agravaban la injusticia, la barbarie y los sufrimientos humanos.

Un buen ejemplo de todo ello es el volumen titulado The Magus of the North. J.G. Hamann and the Origins of Modern Irrationalism (1993), colección de notas y ensayos que Berlin no llegó a integrar en un libro orgánico y que recopiló y prologó Henry Hardy, su discípulo, al que nunca podremos agradecerle bastante su extraordinaria labor de rastreo y edición de las decenas de trabajos que Isaiah Berlin, por su escaso interés en publicar y su maniático perfeccionismo, dejó dispersos en revistas académicas o inéditos. Yo creía haber leído todos los trabajos del gran pensador liberal, pero éste se me había escapado y acabo de hacerlo, con el mismo absorbente placer que todo lo que escribió.

Lo extraordinario de estas notas, artículos y bocetos de ensayos que a lo largo de su vida dedicó Berlin al teólogo y filósofo alemán Johann Georg Hamann (1730-1788), enemigo mortal de la Ilustración y portavoz afiebrado del irracionalismo, es que, a través de ellas, este reaccionario convicto y confeso resulta una figura simpática y en muchos sentidos hasta moderna. Su defensa de la sinrazón -las pasiones, el instinto, el sexo, los abismos de la personalidad- como parte integral de lo humano y su idea de que todo sistema filosófico exclusivamente racionalista y abstracto constituye una mutilación de la realidad y la vida son perfectamente válidas y sus audaces teorías, por ejemplo sobre el sexo y la lingüística, en cierto modo prefiguran algunas de las posiciones libertarias y anárquicas más radicales, como las de un...

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