Los Pinos, aquel museo privado

AutorFrancisco Morales V., con información de Erika P. Bucio y Rolando Herrera

En una serie de habitaciones y salones vacíos, sin mobiliario ni cuadros en las paredes, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador encontró la metáfora idónea para representar lo que quería transmitir a los mexicanos: el saqueo absoluto perpetrado por sus anteriores moradores.

La imagen fue, por decir lo menos, elocuente. Bastaba con recorrer las largas filas de ingreso a Los Pinos, la otrora residencia oficial de los Mandatarios de México, para constatar el enojo generalizado y la indignación evidente ante lo que parecía un robo artero de la Administración del ex Presidente Enrique Peña Nieto.

"Así lo recibimos", se lee todavía en las fichas que la actual Secretaría de Cultura, encargada de abrir en diciembre pasado el recinto a los ciudadanos, en obediencia al ofrecimiento que López Obrador había hecho en campaña, colocó en cada rincón de las casas Miguel Alemán y Lázaro Cárdenas, como una acusación velada, pero efectiva, del desmantelamiento de la residencia.

Cocinas sin enseres domésticos, comedores sin utensilios, habitaciones sin camas. Todo vacío.

"Se llevaron hasta la vajilla", decía la gente desde el enojo al deambular por la casa donde aún imaginaban a Peña Nieto y a Angélica Rivera -"La Gaviota", decían siempre-, departiendo en familia.

En la mística de Los Pinos, en el imaginario construido por décadas de puertas cerradas hacia la ciudadanía, la imagen es la de un palacio repleto de muebles antiguos, retratos y bustos presidenciales, cuadros que ilustran pasajes históricos y, sobre todo, de una colección de obras de grandes maestros mexicanos que, año tras año, permanecían inaccesibles.

Y las preguntas eran pertinentes: ¿Dónde está todo? ¿Y dónde están, sobre todo, las colecciones de obras de arte, patrimonio de la Nación, que antes colgaron de esas paredes?

Según documentó la Administración de Peña Nieto en su último inventario, Los Pinos era depositario de 47 mil 824 objetos; entre estos, se contaban 63 obras de arte del activo fijo de la Presidencia y 103 pertenecientes a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Lo que esta lista no daba cuenta es la colección de los acervos del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) que salían de las bodegas de los museos institucionales para decorar la casa del Presidente en turno y su familia.

Y aunque, históricamente, los museos gubernamentales han justificado que jamás enviaron a Los Pinos obras en exhibición o que comprometieran una exposición futura, son piezas que no podían...

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