Un pintor en la sombra

AutorSilvia Isabel Gámez

Para el pintor catalán Félix Vía y Pagés, el año de 1910 significó la gloria y el espanto.

A mediados de septiembre, el artista partió a México desde Barcelona en busca de fortuna; después de años de retratar a la burguesía catalana, había logrado ese verano el reconocimiento de la crítica con su primera obra de gran formato, la más ambiciosa.

L'Allau (La avalancha) lo precedía en el viaje, distribuida en siete cajas. Fuera de plazo, cerrada ya la admisión, había sido aceptada para formar parte de la Exposición de Arte Español organizada para festejar el Centenario de la Independencia.

La muestra ocupaba siete salones de un edificio de aire medieval y mudéjar construido en el cruce de Juárez y Balderas por un amigo del pintor, el arquitecto catalán Miguel Bertrán de Quintana. Obras de artistas como Sorolla, Benlliure, Zuloaga y Urgell se podían admirar y comprar en esa "feria de lujo", que incluía esculturas, joyas y cerámica.

Con sus 6.60 metros de largo y 3.85 de alto, L'Allau fue valuada en 40 mil pesos, un precio considerable dado que los festejos del Centenario costaron 590 mil pesos al gobierno de Porfirio Díaz. A esta cantidad se sumaron 13 millones de pesos destinados a proyectos de infraestructura.

La pintura de Vía y Pagés, de una "belleza trágica", ocupaba una de las paredes del primer piso. Aunque mal iluminada, como escribió John Hubert Cornyn en una crítica publicada en The Mexican Herald, se podía advertir que era una obra "modernísima", con una vivacidad y una composición excelente, que hacía augurar para el autor "grandes cosas".

En 1910, se calcula que había alrededor de 40 mil españoles en el País, la mayoría comerciantes, algunos emparentados con la aristocracia porfiriana. A sus 39 años, Vía y Pagés confiaba en el futuro; el viejo dictador había logrado proyectar a México como una tierra de oportunidades.

"Viendo la prensa española, nadie hubiese supuesto que habría una Revolución. Dicho en el lenguaje de la época, México había entrado en el camino de un progreso prácticamente ininterrumpido", señala el investigador Tomás Pérez Vejo.

Eran días de celebración.

Díaz cumplía 80 años de edad y 34 en el poder. Representantes de 31 países vinieron para ser testigos del desarrollo que su gobierno había traído al México independiente. Aunque había miseria y descontento, la ceguera social era el signo de los tiempos.

La Comisión Nacional del Centenario de la Independencia, constituida en abril de 1907 y presidida por el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR