Una pista de saliva

AutorJavier Garduño

Un brillo casi invisible en los pezones de María del Carmen Ibarra Rodríguez, la mujer que encontraron muerta en el piso 10 del Hospital de Especialidades de La Raza el 29 de noviembre, fue suficiente para que los investigadores de la Procuraduría capitalina encontraran un presunto responsable.

Cabellos sobre el piso, un vello púbico en el pantalón de la occisa, esperma en la pantaleta que llevaba puesta, huellas dactilares en la pared y un rastro de saliva en los senos fueron los elementos que permitieron a la ciencia determinar que José Luis Mosqueda Navarro, un empleado de intendencia de La Raza, es el principal sospechoso del crimen.

La madrugada de aquel jueves 29 de noviembre, María del Carmen Ibarra acompañó a su madre al hospital La Raza, a atenderse de una afección cardiaca, pero alrededor de las 3:00 horas abandonó la sala de espera para entrar al elevador, y nadie la volvió a ver con vida.

El cadáver de la mujer, de 36 años años de edad, que trabajaba como enfermera en el Hospital Metropolitano, fue encontrado en un pasillo sin vigilancia del piso 10, estrangulada, sin sus objetos de valor y con huellas de una aparente agresión sexual.

De acuerdo con las primeras investigaciones de la PGJDF, el asesino movió el cuerpo del lugar donde ocurrió el crimen para ocultarlo en otro sitio y se llevó las pertenencias de la occisa.

Durante la primera inspección ocular se descubrieron pocas evidencias, pero la representación social solicitó la intervención de unos 50 peritos especialistas en distintas materias quienes rastrearon hasta el mínimo detalle.

Los de criminalística de campo y fotografía encontraron cabellos sobre el piso vinílico, un vello púbico sobre el pantalón de la occisa, esperma en la pantaleta y huellas dactilares en la pared, según consta en el expediente 218/2001, del cual REFORMA tiene una copia.

En el anfiteatro, los peritos en genética forense tomaron muestras de un brillo, casi invisible, en los pezones de María del Carmen; extrajeron los elementos celulares y los resultados científicos demostraron que en el brillo había amilasa, "una proteína que se localiza en grandes concentraciones en la saliva".

La saliva no era de la víctima y se realizaron estudios comparativos de ADN con más de 20 personas, a las que les fueron tomadas muestras de sangre, cabello y vello púbico.

La bióloga de la PGJDF, Beatriz Rodante Murguía, determinó que la saliva encontrada en el pezón era de José Luis Mosqueda Navarro, un auxiliar del...

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