Los placeres y los días / Entre la cirugía y el viagra

AutorAndrés de Luna

Calígula, emperador romano, hizo del capricho una forma de gobierno. Una de las modalidades que planteó fue el pago de impuestos a través de un lupanar instalado dentro de su palacio. Suetonio en Vida de los doce Césares narra ese hecho. Después, Albert Camus en su tragedia Calígula (1947) pone en boca de la emperatriz Cesonia estas palabras: "el emperador crea una nueva condecoración... esta medalla constituirá la Orden del Héroe Cívico. Recompensará a aquellos ciudadanos que más hayan frecuentado el prostíbulo de Calígula". ¿Qué pasaría si en la actualidad se pagaran los impuestos de esa manera?

Esto viene a cuento porque Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, es uno más de los entusiastas del burdel y sus pupilas. Ya en este siglo, algo semejante le costó el cargo al alcalde de Nueva York, Eliot Spitzer, quien pagaba las altas cuotas de las jóvenes con el presupuesto de la ciudad. Ahora, el viejo político italiano de las cirugías y del viagra ha incurrido en escándalos que hablan de corrupciones y tratos sexuales con menores de edad.

Antes, en la era fascista de Mussolini, el hombre de la mandíbula prominente gustaba de tocarse los testículos durante sus discursos en señal de hombría, gesto distintivo en un país de machismo entronizado. Berlusconi lo hace de otra manera, con cinismo goza de sus conquistas prostibularias con menores napolitanas o marroquíes, Noemí o Ruby, así como de una cauda de mujeres dedicadas al comercio sexual. Poco o nada tiene de mérito la lubricidad comprada con prebendas públicas.

El anciano de 74 años...

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