Plaza Pública/ Chihuahua, Durango, Zacatecas

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Si persistía la inercia que desdeña las elecciones legislativas locales, practicada por los ciudadanos o por los medios de información, es claro que la ronda de discusiones en los Congresos estatales sobre la reforma constitucional en materia indígena contribuirá a ver con otros ojos esos comicios y a aminorar ese desdén. Ahora se sabe que la integración de las Cámaras de diputados en cada entidad no carece de importancia y por consecuencia la tiene también la elección de la que brota el poder legislativo. Esa circunstancia, y su coincidencia con comicios municipales de relieve, hace relevantes las jornadas electorales de hoy en Chihuahua, Durango y Zacatecas. Por añadidura, factores ajenos pero próximos a la contienda que hoy concluye les agregan importancia e interés.

Hasta ahora, el paseo de una reforma constitucional por las legislaturas estatales era un acto mecánico, apenas necesario para cubrir la formalidad demandada por el artículo 135 de la Constitución. Pero debido a su peculiaridad y las novedosas circunstancias políticas en el país, las enmiendas y adiciones en materia indígena han servido para inaugurar una etapa inédita, en que casi un tercio de las legislaturas se apartaron de la ruta fijada por el Congreso federal. Si bien es mayor el número de las cámaras estatales que han aprobado lo que hicieron en abril Xicoténcatl y San Lázaro, pues con Tlaxcala que lo hizo el viernes suman ya trece los votos en favor, es insólito que nueve legislaturas se hayan manifestado en contra. Más llamativo e importante es el hecho de que los diputados que en Oaxaca, Zacatecas, Baja California Sur, Sinaloa, Morelos, Chiapas, Hidalgo, Guerrero y San Luis Potosí se opusieron al criterio de los legisladores federales del PRI y del PAN pertenezcan a esos mismos partidos, pero reconozcan que la reforma no contribuyó a la paz, como era uno de sus fines. No sobra subrayar, por lo que hace al fondo de la cuestión, que entre las legislaturas impugnadoras se hallan las que representan a los estados donde es mayor la presencia de población indígena.

Las elecciones de hoy en tres entidades norteñas ocurren un año después de las federales que pusieron en Los Pinos por primera vez a un presidente emergido de un partido distinto del PRI. Aquellos comicios pueden tener un remoto efecto sobre todo en Durango, una de las pocas entidades donde el tiempo parece no haber transcurrido y el PRI es y actúa como partido hegemónico.

En los comicios de hace tres años ese partido ganó la gubernatura, el control de la legislatura y la mayor parte de los ayuntamientos. La del gobernador Angel Sergio Guerrero Mier es como la quintaesencia de las carreras priistas tradicionales. Transitó por todos los cargos, en su partido y en el gobierno local, hasta ganar sin...

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