Plaza Pública / Claroscuros de la libertad

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

En vez de un paisaje llano, que permita sin escollos el ejercicio de las libertades de expresión y de información (que hoy se festejan) caminamos en México en un espacio ambiguo, con claroscuros que reclaman a las empresas y los profesionales de la comunicación mantener la conciencia alerta para que sus tareas sirvan a la sociedad sin causarles perjuicio ni ponerlos en riesgo.

El consejo ciudadano del premio nacional de periodismo envió al gremio y al país una señal de optimismo y solidaridad al atribuir la presea que se otorga a quien ha cumplido una trayectoria notable, a Jesús Blancornelas. Desde que en 1980 se rebeló contra la censura empresarial (asociada a la del gobierno) y consiguió su independencia mediante el semanario Zeta, Blancornelas se sintonizó con las necesidades de Tijuana, especialmente con su carencia de seguridad. En consecuencia, su periódico y él mismo investigaron puntual y perseverantemente la presencia del narcotráfico y sus nexos con las autoridades encargadas de perseguirlo. Esa tarea constante ha sido costosa para Zeta, dos de cuyos directivos (Héctor Félix Miranda y Francisco Javier Ortiz Franco) han sido asesinados. El propio Blancornelas iba a seguir esa trágica suerte: el 27 de noviembre de 1997 fue atacado con furia y tras una andanada que privó de la vida a su chofer y guardia Luis Valero, él quedó moribundo, gravemente lesionado. Esos graves episodios no han inhibido su trabajo ni su empeño por informar sobre el narcotráfico.

Ése es el saludable mensaje que se difunde al premiar una vez más a Blancornelas (que ha sido galardonado repetidas veces aquí y en el extranjero): que la sociedad aprecia, respeta y estimula el valor de quienes deciden no callar, siendo que la peligrosa e impune canalla criminal se propone silenciar a quienes informan sobre, y analizan, la delincuencia organizada.

Oscurecen también el panorama los intentos de inhibir la información sobre otras lacras sociales, como los abusos cometidos desde el poder. En tal dirección caminan los juicios civiles en pos de reparación del daño moral que desde posiciones eminentes, que dotan de suyo de una ventaja procesal a los demandantes, han iniciado Marta Sahagún de Fox y su hijo mayor Manuel Bribiesca Sahagún contra la periodista Olga Wornat y sus editores, el semanario Proceso y la editorial Random House Mondadori, propietaria del sello Grijalbo. Esos y otros casos son admitidos y tramitados en los juzgados a partir de una inaceptable...

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