Plaza Pública/ La cola del león

AutorMiguel Angel Granados Chapa

POR SU CONTRIBUCION AL DESMANTELAMIENTOdel sistema autoritario e ilegal del partido del Estado, el 14 de marzo del 2003 debe ser marcado en la historia mexicana con la misma tinta indeleble con que se anota el 2 de julio del 2000. No hay hipérbole en la comparación, pues anteayer se probó inequívocamente que el PRI recibió recursos públicos que, consiguientemente, no reportó a la autoridad electoral. Y, a partir de tal verificación, se le ha impuesto una sanción condigna. Por primera vez el PRI ha sido sorprendido con las manos en la masa y deberá pagar por ello.

Siempre se supo que, de muchos modos, el gobierno sostenía a su partido. Estamos ahora ante la primera evidencia corroborada y ante su inicial consecuencia jurídica de que así era. De que así fue al menos en la campaña presidencial del 2000, cuando Pemex canalizó de seguro 500 millones de pesos, y probablemente 140 millones más, a través del sindicato petrolero, al Partido Revolucionario Institucional.

La comisión de fiscalización del consejo general del IFE llegó el martes 11 a esa conclusión. Ese día, el PRI intentó, con presión violenta y tumultuaria, interferir en la sesión. Si con su despliegue porril pretendió intimidar a los miembros de esa comisión, se frustró su propósito. Pero quedó constancia del tamaño de su amago. Rafael Ortiz, representante suplente de ese partido en el órgano electoral, lo sintetizó con una fábula sugerida, acompañada de su moraleja: el castigo que se impondría a su partido equivale, dijo, a pisar la cola al león.

Quiso así anunciar la reacción furiosa de su partido. La metáfora es precisa: el león tiene "dientes y uñas muy fuertes y la cola larga", dice el diccionario. Como dicha bestia, en los tiempos en que la contienda electoral se asemejaba a una jungla, el PRI era el rey de esa selva. Imponía su ley sin contraste alguno, sin ningún miramiento. Ahora que una autoridad imparcial rige los comicios, todo el león, y no sólo su cola, se ha vuelto vulnerable. Por eso acusó el pisotón inicial en el apéndice mismo, y amenaza con una reacción del animal entero, puesto abruptamente en movimiento. Esa reacción fue controlada o imposible el viernes, cuando el consejo general aprobó el dictamen del comité fiscalizador sin ningún voto en contra (ocho en favor y una abstención). Era previsible una invasión intimidatoria, como la que madracistas practicaron en su propio partido la noche en que su candidato al liderazgo nacional parecía perder la elección interna. No se cumplió, en buena hora, ese temor. Pero el amago fue formulado y haríamos mal en pasarlo por alto, en desdeñarlo.

Intentará cumplirse, por ahora, poniendo en entredicho al IFE. La maniobra inicial, sin embargo, no fructifica. Varias mediciones, no rigurosas pero sí indicativas, ofrecen un primer saldo favorable a la autoridad electoral. De modo abrumador, la mayor parte de la gente le otorga crédito, y descree de lo que dice el PRI...

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