Plaza Pública/ Corporativismo presidencialista

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Tan indignante y letal como fue, el incendio de Lobohombo tuvo una derivación venturosa para el presidente Zedillo: le regaló cinco días de paz con los empleados gubernamentales. El retobo burocrático del 25 de octubre iba a ocurrir el 20 anterior. Pero la inauguración del II Consejo Nacional de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) se aplazó a causa de aquella tragedia, pues el domicilio sindical se ubica en las inmediaciones del lugar del siniestro. Y se cambió también la sede: en vez de que el Presidente llegara a la casa de los burócratas, los burócratas fueron a la casa de su jefe, a Los Pinos. Y allí le espetaron su reclamo por el bono sexenal. Allí se percibieron las grietas que amenazan el monolitismo de una forma de organización corporativa claramente dejada atrás.

El corporativismo priista (o perremista en su caso) escasamente tiene mejor ejemplo que la FSTSE: el patrón organizó sindicalmente a sus propios trabajadores. La Secretaría de Gobernación convocó al congreso constituyente de la FSTSE que se efectuó del 29 de octubre al 2 de noviembre del 1938. Era preciso formar tal agrupación pues se hallaba ya en el Congreso el proyecto de Estatuto jurídico de los trabajadores al servicio del Estado, la ley laboral de los burócratas, que fue promulgado el 5 de diciembre siguiente. En una disposición tajante, ese Estatuto, y la Ley federal que lo abrogó en 1963 estipularon que la FSTSE es la "única central reconocida por el Estado". También se establece en la ley cómo deberá organizarse la Federación, que "se regirá por sus estatutos", los cuales a su vez la obligan a "contribuir, con su fuerza organizada, a la defensa de los principios de la Revolución Mexicana y a su consolidación en beneficio del pueblo", es decir, a pertenecer al PRI.

Hubo siempre un acoplamiento perfecto entre los líderes de la federación burocrática y el gobierno priista. Algunos conspicuos dirigentes hallaron ubicación en el alto mando político y administrativo: Jesús Robles Martínez dirigió Banobras; Rómulo Sánchez Mireles, Edgar Robledo y Salvador Sánchez Vázquez, el ISSSTE; Alfonso Martínez Domínguez fue unos meses regente del Distrito Federal y más tarde gobernador de Nuevo León. Todos ellos pertenecieron al Congreso de la Unión más de una vez, en una y otra Cámaras, y Sánchez Mireles y Martínez Domínguez liderearon a los legisladores priistas. Hubo siempre "posiciones" para los líderes, curules "propiedad" de la FSTSE: Joel Ayala, que hoy la encabeza, era diputado en la legislatura anterior (donde estaban también Héctor Valdés Romo y Sánchez Vázquez, que lo antecedieron en el mando federal) y es hoy senador, como lo es también Tomás Vázquez Vigil, que encabeza el sindicato magisterial...

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