Plaza Pública/ A quién creer

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Cuatro veces intentó ya el Ministerio Público del Distrito Federal recoger la nueva declaración de Luis Gabriel Valencia López, sin conseguir acceso al recluso que, encontraste, hace una semana recibió a TV Azteca, Televisa y un notario para desdecirse de su testimonio sobre el asesinato de Francisco Stanley. La suma de facilidades a esas empresas y al fedatario se prolonga estorbando a la fiscalía de la Ciudad de México. Con esa maniobra, y con el silencio actual de Valencia López se ratifica el carácter doloso de su aparición en la pantalla chica, ajena al proceso en que ha sido testigo principal pero no único, y por lo tanto carente hasta ahora de efectos legales, aunque los haya tenido enormes en términos propagandísticos.

Las dos televisoras transmitieron el lunes 3 de abril un video en que Valencia López desmiente lo que ha sostenido en 10 ocasiones (cuatro ante el Ministerio Público y seis ante el juez). La grabación se realizó en el "aula magna" del penal de San Miguel, en la ciudad de Puebla, el sábado 1o de abril por la noche, con facilidades otorgadas por las autoridades carcelarias del estado y las de ese centro en particular, que llegaron al extremo de contratar al notario poblano Amado Llaguno para que diera fe de un texto escrito por Valencia López y de la lectura del mismo ante cámaras y micrófonos.

Cuando el martes 4, en cambio, se presentó una agente del Ministerio Público de la Ciudad de México, acompañada por dos auxiliares, se les negó encontrarse con el testigo desmentidor. A su llegada a las 13 horas se alegó que para ingresar al penal requerían autorización del director de reclusorios de Puebla. A las ocho de la noche los miembros de la fiscalía se retiraron ante la falta del permiso correspondiente. Se frustró así por primera vez su propósito de averiguar las causas de la nueva e inopinada posición de Valencia López, las circunstancias en que ocurrió su comparecencia ante la televisión; y, lo que debería interesar vivamente al propio testigo, el modo y el lugar en que, según su dicho tan profusamente difundido el lunes, había sido amenazado por el agente del Ministerio Público Fernando Castro y por el entonces director de la policía judicial, hoy subprocurador, Mauricio Tornero.

(Estos han explicado, por su parte, que Castro vio sólo una vez a Valencia López, en agosto pasado, cuando comenzó a rendir su testimonio, y lo hizo en una área abierta del Reclusorio Sur, en presencia de unas ocho personas más. Tornero vio igualmente sólo una vez a Valencia López, con motivo de su traslado a la penitenciaría de Santa Marta, y en presencia del director de ese establecimiento y el de reclusorios del Distrito Federal).

Preso por delitos menores en el Reclusorio Sur, Valencia López trabajó en la cocina de ese penal antes de hacerlo directamente con Luis Amezcua, miembro de la familia de narcotraficantes conocidos...

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