Plaza Pública/ Cuatro años después

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Ahora que Ericka Zamora y Efrén Cortés fueron liberados por la justicia federal, conviene recordar la circunstancias en que fueron detenidos, un día como hoy, cuatro años atrás. La rememoración no es neurótica. Sirve para tener presentes los métodos bárbaros con que fueron conseguidas las autoincriminaciones de esos dos militantes. Y para delinear el hecho escandaloso de que jamás se abriera una indagación judicial sobre el asesinato (que no parece haber sido otra cosa) de 11 personas, algunas de ellas claramente ejecutadas. El homicidio múltiple cometido entonces no ha prescrito, y no puede ser exculpado ni atenuado, porque no se produjo repeliendo una agresión ni en el cumplimiento de órdenes superiores.

Unas treinta y tantas personas discutieron asuntos en la escuela de El Charco el 6 de junio de 1998. Había entre ellas lugareños y personas venidas de fuera. "Sea que esos delegados engañaran al resto de los asistentes -se leyó en este mismo lugar el 29 de aquel mes y año- haciéndose pasar por meros organizadores del descontento y la insatisfacción, sea que se tratara de una reunión formal de miembros de una agrupación armada, lo cierto es que tras la asamblea, que si bien no fue pública tampoco fue discreta, un buen número de los participantes pasaron la noche en la escuela. Allí los sorprendió un destacamento militar que por informes de inteligencia conocía de la asamblea. En horas de la madrugada los militares intimaron la rendición de quienes estaban en la escuela. Según el parte oficial, se produjeron entonces disparos desde el interior, a los que la tropa contestó como es debido. Según testimonios recogidos por organismos civiles, o que constan en las declaraciones de algunos detenidos, no sólo no hubo disparos desde la escuela sino que los asistentes acataron la orden de salir con las manos en alto, y entonces comenzó la balacera. Según esta versión, algunas de las víctimas fueron propiamente ajusticiadas, pues se hallaban ya sometidas, sin resistencia, y se disparó sobre ellas. Los 11 muertos eran personas que participaron en la asamblea. No hubo bajas militares. Dicen los deudos de las víctimas que la causa de ese desbalance es que los atacados no dispararon un solo tiro.

"Alfredo Castillo, visitador del Centro de derechos humanos Miguel Agustín Pro Juárez, patrocinado por los jesuitas, estuvo en el servicio forense de Acapulco, a donde fueron trasladados los cuerpos de las 11 víctimas y examinó los cadáveres. Nos ha dicho que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR