Plaza Pública / Ni Dios lo quita

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Es ingenuo esperar que el presidente Fox se abstenga de promulgar la reforma a la ley del seguro social consumada, con nocturnidad que en materia penal es una agravante, el 5 de agosto. Es verdad que en días anteriores a esa fecha el Ejecutivo se manifestó partidario de establecer modificaciones al régimen de jubilaciones y pensiones del Instituto Mexicano del Seguro Social por la vía contractual, no la legislativa, y en consecuencia con esa posición podría confiarse en que al menos demore la publicación de la enmienda, para abrir espacio a que se establezca el diálogo que en realidad no ha ocurrido entre las partes, a la luz de las nuevas propuestas sindicales.

Pero con su volubilidad característica, Fox se muestra ahora no sólo entusiasmado porque se haya asestado un golpe legislativo a las prestaciones laborales, como si esa opción le hubiera satisfecho desde siempre, sino que casi propone una lista negra de los legisladores que se opusieron a ella. Su reacción es tan superficial que el jueves agradeció su decisión a los diputados que aprobaron la reforma, olvidado de que horas antes fueron los senadores los que le pusieron punto final. Si cabe decirlo, debió mostrar una mayor gratitud a los miembros del Senado no sólo porque como cámara revisora tuvo en sus manos la posibilidad de rechazar la minuta llegada de San Lázaro, y no lo hizo; sino también porque practicó el debate que estableciera con claridad las caras de la reforma, discusión que los diputados de la mayoría que favoreció la reforma se negaron a entablar, lo que subrayó el carácter autoritario de la enmienda.

En la forma, aunque a la postre no en el fondo, el Senado se distanció de su colegisladora de diferentes maneras. Rehusó someterse a la extrema premura con que se procedió a la reforma, sorpresivamente colocada en el escenario legislativo apenas el 14 de julio. Al citarse al periodo extraordinario para el viernes 30 de ese mes, se esperaba que las dos cámaras despacharan ese mismo día las enmiendas a la ley del seguro social, pero en Xicoténcatl se eligió al menos no enseñar el cobre de tanto apresuramiento. Y aunque en San Lázaro se abordó el tema de inmediato, al mediodía de aquel viernes para enviar la minuta al atardecer, los senadores ya no estaban reunidos para recibirla, sino que habían sido convocados para el miércoles siguiente. Se abrió de esa manera, explícitamente, un lapso para agotar la posibilidad de la negociación entre las partes.

El sindicato modificó radicalmente su posición, no así el IMSS-patrón, que mantuvo la que presentó en octubre del año pasado a su contraparte: aligerar la carga financiera que significan las jubilaciones mediante el aumento de la antigüedad de 27 y 28 años a 35, combinada con la edad de 65 años; y el incremento de la cuota...

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