PLAZA PÚBLICA / Dos jueces, dos judicaturas

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Dos jueces en entredicho, uno federal y otro del fuero común del DF, fueron tratados de maneras muy diferentes por los respectivos consejos de la judicatura, los órganos a los que concierne la vigilancia del desempeño de los juzgadores. Mientras el juez federal Álvaro Tovilla fue suspendido mientras se precisa el presunto enriquecimiento ilícito de su secretario, el afamado juez Héctor Palomares, que figura en el documental Presunto culpable, fue ratificado por el Consejo de la Judicatura del DF. El presidente de ese cuerpo, que lo es también del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, afirmó su propósito de que los juzgadores capitalinos sepan que "no están solos".

Discutible de suyo, la determinación del consejo local fue acompañada de una mentira, rápidamente encarada por una de las principales organizaciones de postulantes en nuestro país, la Barra Mexicana, colegio de abogados. Entre los argumentos para confirmar a Palomares Medina se citó el parecer de esa asociación, como si avalara lo hecho por los superiores del juzgador que había llegado al término de su nombramiento, y quedaba en situación de ser ratificado o separado de su cargo.

La Barra desmintió "categóricamente que haya avalado a través de su representante en la Comisión de Ética del Consejo de la Judicatura del DF la ratificación de dicho juzgador". Más todavía la Barra se manifestó contraria a la confirmación, a través del licenciado Felipe Ibáñez. La decisión del órgano judicial se adoptó "a pesar de diversos señalamientos negativos sobre (su) comportamiento ético". A decir del colegio de abogados, "el juzgador sí incurrió en fallas de ética, razón por la cual es falso que la Barra haya avalado su ratificación". Para afirmar su dicho, ese colegio profesional informa que cuenta con "documentos que demuestran sus oportunos señalamientos sobre este juez".

Por su parte el presidente del Tribunal capitalino, Edgar Elías Azar, defendió el nuevo nombramiento de Palomares pretendiendo restar valor a la cinta de Layda Negrete y Roberto Hernández, como si sólo en función del caso narrado allí debiera tomarse la decisión sobre el futuro del juzgador. Desestimó el valor del documental y hasta señaló la obviedad de que fue "editado", siendo que la elaboración de una película pasa necesariamente por ese momento, pues del total filmado tienen que escogerse escenas que condensen el relato. A eso Azar llamó "manipulación". Y desdeñosamente dijo que "una cosa es el documental y...

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