Plaza Pública / Echeverría impune

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Con rubor, casi subrepticiamente (como si eso fuera posible en un asunto público por donde quiera que se le vea) se ha extendido patente de impunidad al ex presidente Luis Echeverría. Después de que la Suprema Corte devolvió el expediente en que se demanda procesarlo por el delito de genocidio, a un tribunal de apelación, la juzgadora encargada de la misma negó una vez más la orden de aprehensión contra el principal acusado por la matanza del 10 de junio de 1971. Lo había hecho ya hace exactamente un año, el 24 de julio de 2004, en primera instancia, el juez César Flores Rodríguez, cuyo fallo ha sido confirmado ahora por la magistrada Antonia Herlinda Velasco Villavicencio.

Filtraciones a diversos medios dejaron saber, desde la semana pasada, que no se ordenaría la aprehensión contra Echeverría ni contra su secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia. Al resolver que respecto de ambos no había prescrito el delito de genocidio (porque descontó del tiempo necesario para que ocurra la prescripción el lapso en que el Presidente y el responsable de la política interior contaron con inmunidad constitucional), la Suprema Corte exoneró al resto de los acusados por la fiscalía que investiga los delitos cometidos por funcionarios durante la guerra sucia. Ahora la operación se ha completado, poniendo a salvo a Echeverría y a quien fuera su principal colaborador (al que no obstante rehusó hacerlo sucesor suyo).

Se supuso que anteayer miércoles se presentaría la decisión de la magistrada Velasco Villavicencio. En su oficina se confirmó el sentido de la resolución, ya anticipado, y de ello dio cuenta la agencia oficial Notimex. Sin embargo, al no darse a conocer formalmente el fallo de segunda instancia, la agencia periodística tuvo que pedir a los usuarios de su servicio dar por no recibida la información correspondiente. Obviamente, tampoco fue notificada la oficina del fiscal especial para movimientos sociales y políticos del pasado, que tal es su nombre oficial.

Pero la decisión ha sido tomada. A diferencia de los dictadores argentinos y de los déspotas chilenos, que en mayor o menor medida han sido castigados, o por lo menos llevados ante los tribunales, como es el caso de Augusto Pinochet, Echeverría llegará al fin de sus días tranquilo en su casa, como si nada. Cierto es que están en curso otras averiguaciones al cabo de las cuales se pedirá proceso en su contra, sobre todo por la matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968, en que estuvo...

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