Plaza Pública / Lo que encarna Nacif

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

La serie de conversaciones telefónicas, grabadas subrepticiamente, entre Kamel Nacif y una decena de interlocutores, lo muestran como centro de confluencia, como encarnación de delitos y prácticas de poder que se perpetran a diario pero de las que sólo sus efectos trascienden. La afortunada circunstancia pública en que la sociedad se halla ahora respecto a ese individuo y sus nexos es que, al ser reveladas, nos colocan en la vía de su eliminación y de su castigo, si se logra romper la espesa capa de cinismo que todavía las encubre.

Todo empezó con la publicación de Los demonios del Edén, escrito el año pasado por Lydia Cacho, que al denunciar el caso de Jean Succar Kuri, un pederasta entonces preso en Estados Unidos y ahora procesado en Cancún, puso al mismo tiempo la atención pública sobre "el poder que protege a la pornografía infantil". Meses después de la aparición del libro, el personaje más citado en la obra después del protagonista, Kamel Nacif, amigo, socio y protector de Succar Kuri, denunció por difamación a la periodista en la ciudad de Puebla. Era extraña una acción penal en defensa de la reputación de una persona que en diversos círculos padecía ya mala fama. Era conocido por su compulsión al juego, que lo condujo a tener en Las Vegas problemas con autoridades fiscales mexicanas. Como no es infrecuente que ocurra, su ludopatía se asociaba a la ilegalidad: hace 13 años propuso a un cronista deportivo concertar un acuerdo con pelotaris en el Frontón México para ganar o perder sus partidos según conviniera a los apostadores.

No era, pues, que su honor le importara demasiado. El propósito que persiguió al denunciar a Lydia Cacho era, al mismo tiempo que castigarla, frenar la difusión de los delitos de Jean Succar Kuri, e impedir con ello su extradición a México, extremo necesario para mantener a salvo las redes de comercio sexual infantil. De allí que, aunque la acusación fue presentada en julio de 2005, conforme lo hizo necesario la situación procesal de Succar Kuri, en diciembre logró la aceleración del procedimiento poblano, que derivó en la aprehensión de la periodista, en Cancún, su traslado por tierra a Puebla, durante 20 horas, infinito lapso en que fue amenazada y torturada sicológicamente, y su detención en una cárcel poblana de la que salió pronto gracias a que pudo comunicar su situación. Se le fijó una fianza 10 veces mayor que otra establecida poco antes en caso semejante, y al cabo se la redujo a la mitad, todavía muy...

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