Plaza Pública/ Enredos y reveses fiscales

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Si comprenden el mecanismo para hacerlo, a partir de mañana y durante todo octubre las empresas que calcularon mal la retención del impuesto sobre la renta de sus trabajadores podrán poner remedio a la equívoca situación en que se hallan gracias a la equívoca redacción de los textos fiscales. En un clima económico adverso, muchas empresas que incumplieron una específica obligación fiscal, y generaron por eso un adeudo involuntario, deben repararlo cuanto antes, en circunstancias en que su primera prioridad es sobrevivir. No les queda el recurso de solicitar amparo a la justicia federal: si lo hicieran perderán todos los juicios, pues la interpretación oficial establecida en mayo opera en favor del fisco.

Son de tal modo enrevesadas las disposiciones tributarias (tanto que la confusión parece deliberada), que aun medidas pensadas para aliviar la carga fiscal de los trabajadores pueden volverse contra ellos y contra sus empleadores. Quienes en los últimos años pagaron menos de lo debido al fisco en una retención del impuesto sobre la renta no quisieron privar dolosamente al erario de algunos centavos. Simplemente se atuvieron a una de las interpretaciones posibles del artículo 80-A de la ley del impuesto sobre la renta.

Cuando se ha determinado que la interpretación adecuada es otra distinta, y que por ese motivo han quedado en deuda, el fisco se frota las manos y se dispone a una cosecha extemporánea, de monto leve quizá para los recaudadores, pero onerosa para empresas que viven al día.

Todo empezó con una buena intención, tan mal concretada que una decisión judicial del más alto nivel fue necesaria para poner en claro el sentido de las sutilezas jurídicas involucradas. Las empresas involuntariamente deudoras y sus trabajadores pagarán el costo de su incultura fiscal, de su incapacidad para comprender las incomprensibles normas impositivas.

La miscelánea fiscal que rigió en 1991 (y que con su pomposo nombre de Ley que establece, reforma, adiciona y deroga diversas disposiciones fiscales y que reforma otras leyes federales apareció publicada en el Diario Oficial del 26 de diciembre de 1990) dio origen al problema. Pretendió disminuir tenuemente el impuesto sobre la renta causado por los asalariados y lo hizo mediante la técnica del subsidio. Esta consiste en que el fisco absorbe una parte del impuesto, autoriza a que no se pague. Por qué no en vez de ese camino sesgado se elige el directo de fijar una tarifa menor, es un misterio insondable para los profanos. Ese subsidio fue obra de los diputados, no del presidente Salinas ni de su secretario de Hacienda Pedro Aspe o su subsecretario de Ingresos Francisco Gil Díaz, hoy ascendido a la titularidad del ramo sin perder un ápice de sus convicciones de ayer.

Dijo la comisión dictaminadora en aquel diciembre de hace 11 años, que "en respuesta a los planteamientos que diversas fracciones...

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