Plaza Pública / Frustrante Fox

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Lo asombroso (pero comprensible, dada la intensidad de su onerosa propaganda) es que el presidente Fox concluya su mandato con altos niveles de popularidad, si por cualquier lado que se examine su gobierno la conclusión es que, amén de decepcionar a muchos de sus votantes, lesionó profundamente la credibilidad de la democracia, echando atrás la historia.

Aunque lo sabríamos sólo tiempo después, Fox llegó a la Presidencia no sólo como resultado del esfuerzo tesonero de un partido, ni gracias a su carisma y a causa del hartazgo de la sociedad sino también mediante un financiamiento paralelo contrario a la ley. De no haber incongruencia en la legislación electoral, que permite toda suerte de trapacerías y en el peor de los casos impone sólo sanciones pecuniarias, pero no la destitución del cargo logrado a la mala, Fox hubiera tenido que marcharse de la Presidencia, abrumado por la multa de 500 millones de pesos que evidenció las infracciones que contribuyeron a su triunfo. No fue capaz de expresar rubor cuando se descubrió la trampa, ni de pedir a su partido disculpas por hacerle pagar una cuantiosa suma. Vamos, ahora sabemos que ni siquiera pagó a los abogados que aplazaron el descubrimiento del dinero sospechoso en las tretas que lo beneficiaron.

La integración de su gobierno, paso previo a su asunción, permitió saber de antemano el curso de su administración. Dijo haber confiado la selección a head hunters, como si el gobierno de un país equivaliera a la gerencia de una empresa. Y así le fue. Nunca ha habido tal movilidad en un equipo gubernamental como en el encabezado por Fox: no se admitió nunca que nadie fuera despedido por incompetencia (pues a la antigua usanza no se explicaron las causas de las remociones y de las renuncias). Pero lo cierto es que sólo cinco de los 18 miembros del gabinete original figuran en el gabinete (que mañana concluye sus funciones) en la misma posición donde comenzaron. Su invento personal, las coordinaciones de sector, fracasaron pronto o tarde: se frustró su intento de que hubiera un coordinador del área de "orden y respeto", encargo que había hecho a Adolfo Aguilar Zinser, que sólo se mantuvo como consejero de Seguridad Nacional, posición a la que Fox concedió tal importancia que la dejó vacante cuando Aguilar Zinser quiso ser representante mexicano en las Naciones Unidas, sin que nadie reparara en el atropello que ese paso significó a la diplomacia profesional; el ex rector José Sarukhán dejó muy pronto...

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