Plaza Pública/ Guerra y secreto

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Con prestancia humana y profesional, Sergio Sarmiento rehusó responder a preguntas del Ministerio Público sobre la realización de una sobresaliente tarea profesional, la entrevista que Carlos Salinas de Gortari escogió ofrecerle hace un año y transmitió TV Azteca, empresa de cuyo comité editorial es director el también columnista de Reforma y otras publicaciones. No sólo en función de la ética personal, sino también conforme a derecho, Sarmiento estaba en la obligación de ser discreto respecto de las motivaciones y los mecanismos que condujeron a aquella conversación ante las cámaras.

El Código Penal tipifica como delito la revelación de secretos, es decir el que se comunique una información "reservada", que alguien "conoce o ha recibido con motivo de su empleo". Malamente la procuración de justicia se logra propiciando la comisión de un delito, y por lo tanto Sarmiento quedaba exento de rendir el testimonio que se le requirió no de modo espontáneo sino como consecuencia de una respuesta ofrecida, en su turno como testigo, por el presidente de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego. Al ser interrogado sobre ese punto, la entrevista de Salinas y el periodista, que interesa tanto al Ministerio Público que ya nos interesa mucho a todos, Salinas Pliego orientó hacia Sarmiento la curiosidad del fiscal. Por ésa y no otra causa fue convocado el ex vicepresidente de información de aquel consorcio. Se le citó a testimoniar, no a rendir declaración como incriminado. Por lo tanto, respondió lo que juzgó pertinente, lo que sabía, y calló lo que su conciencia le indicó, si bien él mismo había expuesto en diversas ocasiones la trastienda de su encuentro televisivo con Salinas.

Tan es protegible el secreto profesional, que aun en circunstancias más complicadas los periodistas están obligados a preservarlo. No es delito conseguir, realizar y transmitir una entrevista con Salinas, por lo que no se sigue ningún perjuicio a la justicia si el afectado omite información que le es requerida.

Pero quedaría en igual situación aun en caso contrario. Si Daniel Arizmendi, al comunicarse con Roberto Zamarripa cuando era perseguido por la policía a causa de los crueles secuestros que cometió, hubiera deslizado algún dato que permitiera su localización, de haberse requerido al reportero, éste podría haberse negado a comunicarlo. Lo mismo ocurriría con los varios periodistas que han recibido telefonemas de Mario Villanueva, el ex gobernador de Quintana Roo prófugo de la...

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