PLAZA PÚBLICA / Guerras intestinas

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

"Cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde", dice el refrán exactamente aplicable al caso del secretario Javier Lozano. Con la aspereza que le es habitual criticó a Santiago Creel, quien aceleró la contienda interna en el PAN al pedir licencia en su responsabilidad senatorial. Lozano llamó oportunista a su compañero de partido (bueno, es un decir). Y como Creel instara al resto de los precandidatos a retirarse de los cargos públicos y dedicarse a su promoción propia, el ex priista lo desdeñó diciendo que lo dicho por el senador "le entra por un oído y le sale por otro".

El respeto entre precandidatos, que es una conducta necesaria en los partidos, en el PAN es parte de una tradición que Lozano ignora, porque es panista de última hora. Aunque ha querido disimular su antigua filiación diciendo que fue miembro de gobiernos priistas (como si eso no implicara pertenencia al partido que gobierna), fue formalmente presentado como candidato del tricolor a una diputación en el estado de Puebla, pocos años antes de transformarse en militante blanquiazul. Quizá se olvidó de su tránsito y descalificó a Creel creyéndolo todavía miembro de un partido antagónico.

La posición de Lozano es parte de la tensión creciente que se aprecia en los círculos panistas en torno de la sucesión presidencial. Conforme pasan los días del año preelectoral -estamos ya en el segundo semestre- los ánimos de los aspirantes y de sus cohortes se avivan y asumen posiciones que ponen fin a la cordialidad esperable entre compañeros.

Creel se ausentó de su Cámara y pidió a sus contendientes obrar en el mismo sentido para que no aprovechen sus funciones, y no hagan mal uso de los recursos públicos de que disponen. Asiste la razón a Creel, pues por ejemplo Ernesto Cordero utiliza su cargo al recibir a los alcaldes panistas veracruzanos acarreados por Miguel Ángel Yunes, que lo visitan en su doble calidad de secretario de Hacienda y de aspirante a la candidatura. No necesariamente lo harían si estuviera ya únicamente en la segunda condición.

La relativa tersura que en el PRI habían mostrado las relaciones entre Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto ha comenzado a interrumpirse. No asume hasta ahora la forma de invectivas personales. Pero están acentuándose las diferencias y trazándose los espacios en que uno y otro se mueven y pretenden hacerlo en los meses por venir. Se esperaba que ese momento llegara en septiembre, al concluir el gobierno del mexiquense. Pero éste...

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