PLAZA PÚBLICA / Impune destructor de Tamaulipas

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Si alguna vez lo fue, Eugenio Hernández Flores dejó de ser el 1o. de enero gobernador de Tamaulipas. A su paso por el Poder Ejecutivo, esa entidad decayó en el mejor de los casos o de plano fue destruida, rotas las pautas de convivencia que habían prevalecido. Cabeza de un típico ejemplo de gobierno fallido, perturba saber que Hernández Flores retorna a la vida privada, a los negocios, sin que poder alguno, político o jurídico, esté en aptitud de llamarlo a cuentas. Su abrumadora incapacidad quedará impune.

El primer día de este año Hernández Flores entregó el gobierno a Egidio Torre Cantú, que reemplazó en la candidatura priista a su hermano Rodolfo, asesinado hace más de medio año, el 28 de junio de 2009, cuando faltaban sólo cinco días para la jornada electoral. Un semestre después, el gobierno local no pudo entregar a la sociedad tamaulipeca noticia alguna sobre los móviles y los autores del homicidio. Sólo esa terrible negligencia, o complicidad, o espanto frente a las causas del asesinato bastarían para descalificar al gobierno que concluyó sus funciones al comenzar este mes.

Hernández Flores se escondió tras la mampara que le ofrece la violencia generalizada en su entidad, como si atenderla y combatirla no le incumbiera, y ello correspondiera únicamente al gobierno federal. Pero concernía a su competencia la lucha contra la delincuencia común, la que independientemente de sus motivos priva brutalmente de la vida a personas sin nombre. Y con su insuficiencia y, más todavía, impasibilidad en esta materia contribuyó a la fractura de la vida social tamaulipeca. En el norte, en el centro y en el sur, en la costa, en la frontera chica, por doquiera se cometieron atrocidades, vinculadas las más de las veces al narcotráfico, que se convirtió en el verdadero poder político en la entidad. Poblaciones enteras, como la paradigmática Ciudad Mier, fueron abandonadas por sus pobladores, presas del terror. Pero las balaceras y la inseguridad que produjeron ese resultado fueron acontecimiento cotidiano en las grandes ciudades, especialmente Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros. De los penales de esas ciudades huyeron cientos de presos. En San Fernando fueron hallados los cadáveres de 72 migrantes, en agosto pasado; pero en febrero anterior un convoy de más de 100 vehículos ocupó Valle Hermoso. "El pueblo estuvo ocupado durante tres días de enfrentamientos a toda hora. Nomás chillaban los coches por las corretizas que pegaban. Nadie nos auxilió, ni el...

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