Plaza Pública / Modos de la resistencia

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

La vocinglería del vocero echó a perder la señal de sensatez emitida por el presidente Fox al proferir en Dolores Hidalgo y no en el Zócalo de la Ciudad de México el último Grito de su sexenio. Según Rubén Aguilar habría sido el temor y no la prudencia ni un impulso de cordialidad el móvil de la decisión presidencial. Grupos violentos se disponían a actuar la noche del 15 y, al averiguarlo, los perspicaces servicios de inteligencia determinaron que Fox aceptara la invitación que había rechazado para gritar en su tierra. Aguilar hizo la revelación oportunamente, la mañana del viernes, cuando era posible inhibir con la difusión de ese descubrimiento la asistencia del público al festejo nocturno, que se desarrolló con jubilosa tranquilidad una vez desmontados los motivos de la tensión.

Dar el Grito en Dolores, transmitido profusamente, permitió alcanzar otro objetivo, el de silenciar la celebración lopezobradorista en la Plaza de la Constitución. Las televisoras principales concentraron su atención en la ceremonia presidencial, y en sus propios festivales, lejanos a la Ciudad de México. Con todo, el festejo principal en la Ciudad de México evidenció la posibilidad de arreglar la convivencia: flanqueando al protagonista Alejandro Encinas, jefe de Gobierno, estaban la senadora Rosario Ibarra, que hace 12 años encabezó la Convención Nacional Democrática a que llamó el zapatismo armado y representaba ahora a la resistencia civil pacífica; y el secretario de Gobernación Carlos Abascal cuyo padre practicó, a su modo y en su hora, el mismo derecho a hacerse respetar por el poder.

Los campamentos de Reforma, Juárez, Madero y el propio Zócalo habían sido ya desmantelados, o lo serían en las siguientes horas. A la mañana siguiente transcurriría por su ruta habitual el desfile militar que forma parte de las fiestas patrias y es un espectáculo de disfrute público. Y al concluir la exhibición castrense, por la tarde del sábado, se realizaría la Convención Nacional Democrática, a que llamó López Obrador hace un mes, y que es parte sustantiva, aunque no única, de su respuesta a lo que juzga -y con él millones de personas- fue una elección fraudulenta.

Muchas veces antes candidatos a los que se agravia durante el proceso electoral y luego se vence a la mala han rehusado avenirse pasivamente al resultado, someterse a la imposición. Con desenlaces desiguales, Madero en 1910 y Vasconcelos en 1929 llamaron a la rebelión armada. La convocatoria de don Francisco...

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