Plaza Pública / Daño moral

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Desde las alturas andinas, cuando su esposo se hallaba en viaje oficial en Bolivia, la señora Marta Sahagún de Fox avisó el 2 de mayo haber demandado "a la señora Olga Wornat". Se supuso, a partir de la parquedad de la información, que el motivo del litigio que de ese modo comenzaba era la publicación del libro Crónicas malditas, cuya autora es la periodista argentina que antes escribió La Jefa, y que empezaba a circular. No es así. La demanda de reparación de daño moral se dirigió también contra el semanario Proceso, pues la causa es la aparición en esa revista de una suerte de anticipo de la nueva obra. La publicación editada por Comunicación e Información, SA de CV lo publicó el 27 de febrero pasado, bajo el título "Historia de una anulación sospechosa".

La demanda fue admitida por el juez duodécimo civil del Distrito Federal el jueves 28 de abril y tramitada con celeridad. El 4 de mayo ese juzgador ordenó "a la demandada que no se ausente del lugar del juicio sin dejar representante legítimo, suficientemente instruido y expensado para responder a las resultas del juicio". Fijó a la señora Sahagún de Fox una fianza por 100 mil pesos, "la cual responderá de los daños y perjuicios que se causen a la demandada Olga Wornat".

La esposa del presidente Fox había venido practicando una escalada de refutaciones, la mayor parte sin precisión sobre el tema al que se referían. Comenzó el viernes 15 de abril con un telefonema a la diputada Tatiana Clouthier, que en la víspera había considerado que la opacidad en la nueva ley del Infonavit beneficiaría, entre otros, a hijos de la señora Sahagún dedicados a la construcción. La primera dama negó que así fuera, y ese mismo día, en tono grandilocuente y en tercera persona, hizo una defensa de la transparencia: "Esta ha sido la convicción de la señora Marta de Fox, no sólo por el trabajo que realiza, sino como un principio para cualquier ciudadano (a), independientemente del sector en que se desarrolle".

Una semana después, el domingo 24 de abril, mientras más de un millón de personas se congregaba en la Ciudad de México contra el uso político de la procuración de justicia, y el Presidente escuchaba la homilía de asunción del nuevo Papa -a cuya entronización asistía su esposa-, de la oficina de la señora Fox brotó un comunicado que contenía un "Rechazo categórico al rumor y la mentira".

El boletín incluía definiciones doctrinarias obvias por convencionales, pero también confusas. Y riesgosas porque desde una oficina del poder se añadían requisitos a los fijados por la ley: "La libertad de expresión ha sido una conquista de los mexicanos, y para preservarla es necesario sustentarla en la unidad, sin dañar los derechos de terceros y sin utilizar la mentira, la difamación y el rumor como únicos argumentos posibles".

Después, sin ir al grano, fue al grano:

"Una vez más se presentan especulaciones basadas en dichos de personas que no dan la cara, en rumores...

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