Plaza Pública / Muertes de ayer y hoy

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Hace muchos o pocos años, en esta fecha; y más recientemente, en los últimos días y horas, la muerte violenta o serena segó la vida de personas notorias, o de gente común y corriente que abona con su sangre el camino que debe conducir a la justicia y la democracia. Recordémoslos:

1) El 19 de octubre de 2001, hoy hace dos años murió Digna Ochoa. La defensora de derechos humanos fue asesinada, según la convicción de su familia y muchas otras personas; o se suicidó, según la averiguación oficial.

El cuerpo de la abogada veracruzana fue hallado en un despacho jurídico a que estaba incorporándose, meses después de volver de Washington y de haber concluido su liga humana y profesional con el centro de derechos humanos Miguel Agustín Pro Juárez. Sus actividades recientes mostraban netamente el perfil de su trabajo: preparaba una audiencia en el caso de los hermanos Cerezo, injustamente presos en La Palma, recluidos como si fueran los terroristas que probadamente no son. Y semanas atrás había viajado a Guerrero, siempre en relación con comunidades campesinas agredidas por talamontes y hostigadas por militares.

La pésima investigación iniciada el día de su muerte comenzó con una hipótesis lanzada a bote pronto por el procurador Bernardo Bátiz en el lugar mismo de los hechos. No tuvo duda de que era un asesinato. Por lo menos supuso que era una muerte causada. Y por la ultraderecha, imaginó. Sus colaboradores no tomaron en serio su arrebato, porque no trazaron una línea de indagación hacia ese rumbo. Pero sí caminaron en la ruta de un crimen, de la muerte provocada por alguien diferente a la víctima. De súbito, sin embargo, se trasladó la pesquisa de una subprocuraduría a otra, y con esa mudanza cambió también la hipótesis rectora. Fue un suicidio, concluyeron prematuramente los investigadores, y se dieron a la tarea de probar su conjetura dibujando un monstruoso retrato de Digna Ochoa, que resultó abismalmente distante de la imagen que de la defensora de derechos humanos tenían quienes se beneficiaron de su trabajo y quienes la rodeaban. Era tan aberrante la conclusión con ese entorno, que la indagación fue suspendida, hasta la designación de una fiscal especial, la honorable y proba magistrada Margarita Guerra.

Un año después de su nombramiento, el 19 de julio pasado la responsable de la investigación presentó sus conclusiones. Fue, en efecto, un suicidio, dijo. Se había enfrentado la fiscal a las dificultades comprensibles en toda pesquisa extemporánea, en que deliberadamente fue modificada la escena del crimen y se produjeron muchas otras irregularidades. La magistrada buscó el auxilio de personal ajeno a las primeras etapas del procedimiento, y recibió el demorado apoyo de peritos facilitados por la Comisión...

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