Plaza Pública/ PAN: reformado y el mismo

AutorMiguel Angel Granados Chapa

El presidente Fox hubiera querido dejar en abstracto, su invocación al apoyo de los dirigentes y legisladores panistas, en la asamblea de su partido. Pero Diego Fernández de Cevallos jugaba, como se dice en el futbol, "de local". Estaba en su Querétaro natal, visible ante la asamblea, y la genérica exclamación presidencial se convirtió en el nombre del Jefe, catapultado por 2 mil gargantas, coreado con tal estruendo que, para evitar una suerte de confrontación y establecer alguna simetría, se gritó enseguida el nombre de Felipe Calderón. Como cabezas de sus grupos parlamentarios, en el Senado y en San Lázaro, tuvo sentido citarlos por sus nombres. Pero también significó que la figura de Fernández de Cevallos es enarbolada como contrapeso a la del primer presidente panista de la República.

De ese modo plástico, sonoro, se contradijo la catarata de buenos deseos que se habían enunciado en las horas recientes del domingo en la capital queretana. La fusión de intereses entre el partido y el Ejecutivo federal es una declaración de intención más que una realidad. Sonó por eso casi pueril el que Fox propusiera a sus correligionarios no dejar lugar a la duda sobre su unidad, que suscitan los medios de información, como si las referencias a la distancia entre ambas partes fueran un invento de la prensa y no sólo el registro de una actitud frecuente entre el panismo.

Una prueba de que no se trata de una conspiración de los medios la produjo el propio líder senatorial 24 horas después de la euforia queretana. Al formular una crítica sobre el desempeño del gobierno, llegó al extremo de considerar que debería haber renuncias. Y cuando se le pidió precisar, y rehusó hacerlo, aventuró una cuantificación. Dijo que "bastantitos" deberían irse. Sea por deficiente enunciación del tema o por incompetencia profesional de quienes recogieron la aseveración (algo difícil de creer por la universal coincidencia de las versiones publicadas ayer) o porque Fernández de Cevallos lo pensó mejor, al cabo del día quedó claro que no se refirió a los miembros del gabinete sino a los delegados de las dependencias federales en todo el país. En abono del ex candidato presidencial puede aceptarse su consideración de que el peculiar sustantivo "bastantitos" tiene sentido si se aplica a un universo amplio, el de los delegados, que suman decenas, y no al de los secretarios de Estado, que son menos de 20. Como quiera que sea, no dejó de ser crítico respecto de las tareas ejecutivas...

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