Plaza Pública / Toques, calambres

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

En México, toques son "calambres que se producen en el cuerpo al entrar en contacto con una corriente eléctrica". Se padecen por casualidad, por distracción o voluntariamente: sobreviven todavía en algunas cantinas los vendedores de tales sensaciones que con sus electrodos ponen a prueba la resistencia de los parroquianos ufanos de soportar el crecimiento del voltaje.

El presidente de la Cámara de Diputados, Juan de Dios Castro, asestó un toque, generó un calambre al convocar a las sesiones relativas al fuero del senador Ricardo Aldana. Pero no podía dejar de hacerlo. No era una decisión sujeta a su arbitrio, ni podía asumirla o no discrecionalmente. La ley que regula el desafuero es imperativa: "el presidente de la Cámara anunciará a ésta que debe erigirse en jurado de procedencia al día siguiente a la fecha en que se hubiese depositado el dictamen". Se trata de sólo un aviso, no de una propuesta sujeta a discusión, no obstante lo cual el presidente Castro le abrió cauces, incluso exponiéndose a que la vulgaridad lo dañara.

Desde que la Procuraduría General de la República solicitó el desafuero de los dirigentes petroleros, el PRI optó por impedirlo, aunque con esa actitud admitiera ser parte involucrada en la ilegítima entrega de recursos públicos de Pemex al comité sindical, parte sustantiva de los cuales llegó a ese partido, según está probado judicialmente. Con diversos procedimientos, todos fallidos, sumados a la activa, eficaz (y onerosa) defensa legal de los propios afectados, se pretendió inhibir la instalación de la sección instructora y su funcionamiento. A la postre fueron derrotados los recursos dilatorios y expedidos los dictámenes donde se proclama que ha lugar al desafuero de Aldana (el de Carlos Romero Deschamps dejó de tener sustancia porque dejó de ser diputado) y se entregaron a la presidencia de la Cámara. La estrategia defensiva había tenido sin embargo un éxito, consistente en que tal extremo del procedimiento ocurriera cuando estaban ya en receso las cámaras. Como lastre postrero, la mayoría priista en la Comisión Permanente rechazó el pedido de la presidencia de la Cámara para citar al pleno en sesión extraordinaria.

Ese mismo hecho prueba el momento en que se hallaba el procedimiento. Los dictámenes de la sección instructora sobre Ricardo Aldana (son dos, porque en dos procesos penales quiere tenerlo disponible el ministerio público federal) no estaban "pendientes", inacabados, como alega la defensa priista en esta nueva fase, sino que su elaboración estaba concluida y los documentos respectivos salieron del ámbito de la sección instructora. Los tenía ya el presidente Armando Salinas, que en el relevo de legislaturas los entregó (mediante el trámite interno indicado) al presidente Juan de Dios...

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