Plaza Pública/ Venta de protección sindical

AutorMiguel Angel Granados Chapa

México ha hecho una aportación a las oscuras artes del gangsterismo aplicado al mundo laboral. Se trata de la venta de protección sindical, algo posible sólo en un país donde los sindicatos y los contratos colectivos existen no por la voluntad de las partes sino por decisión gubernamental. Pueden transcurrir años sin que los trabajadores de una empresa se enteren de que forman parte de un sindicato, que brota sólo cuando por un conflicto los asalariados buscan crear o incorporarse a un sindicato que defienda sus derechos. Se enteran entonces que tal operación es imposible porque están ya sindicalizados. En el entretanto, mediante el pago de sumas no tan módicas los vendedores de protección sindical operan contratos colectivos sin la molestia de verdaderas revisiones anuales y sin necesidad de interlocución fatigosa con los representantes de los trabajadores.

Entre Aviacsa, una línea aérea que sobre todo vuela al sureste, y la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) se ventila un litigio donde ha salido a relucir la venta de protección sindical, a cargo de un magnate de esta próspera industria (la del proteccionismo, no la aeronáutica), el abogado Ramón Gámez Martínez, apoderado de un sinnúmero de sindicatos que realmente no existen; o de plano firma como su líder. Ese es el caso en Aviacsa, donde figura como secretario general adjunto del Sindicato de Trabajadores de la Industria Aeronáutica, Similares y conexos de la República Mexicana (conocido como STIAS).

Con el número de registro 2376 ese sindicato mantiene desde 1992 la relación laboral con la empresa aérea, pero sus empleados ni siquiera conocen al también abogado Rubén Romo Martínez, secretario general del sindicato, que lo es también de cuatro sindicatos más, entre ellos el Sindicato Progresista Justo Sierra, con número de registro 4217 del que conviene hablar con detenimiento enseguida. Su jefe, Gámez Martínez, es a la vez el líder de cinco agrupaciones más, y de la federación que las reúne (así como a decenas de sindicatos espurios más) bajo la denominación Coordinadora Nacional de Trabajadores. El domicilio social de ese enjambre de membretes es Pitágoras No. 903, esquina con Eugenia en la colonia del Valle. No se trata de una instalación, que podría serlo, semejante al búnker cetemista en la calle de Vallarta. Es simplemente la casa donde despacha Gámez Martínez. Según cálculos de expertos, los sindicatos inventados y manipulados allí administran alrededor de mil...

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