Plaza Pública / Vísperas electorales

AutorMiguel Angel Granados Chapa

EL PRESIDENTE FOX HABIA COMENZADO DE BUEN humor su triple celebración: 61 años de edad, tres de su elección, dos de casado con quien fue su vocera, Marta Sahagún. Todo ha ocurrido en 2 de julio. La benevolencia de los ancianos invitados al desayuno con que se iniciaba el festejo, los elogios de Pedro Borda, director del Inaplen, contentaban a la pareja presidencial. Pero su talante mudó minutos después, cuando él encaró el inevitable interrogatorio de los medios en el pasillo de salida.

Ni siquiera necesitó Fox que se completara la primera pregunta, sobre el grado de su satisfacción con los logros de su gobierno, al que accedió con los votos emitidos exactamente tres años atrás: "¡Mucho, muy satisfecho!", respondió al instante. Y tuvo tiempo para explicar la causa: "México marcha y marcha bien, afortunadamente, y los cambios se van dando uno tras otro. Bien vamos, y bien vamos a seguir". Al contrario, cuando se le pidió señalar algún error en ese periodo, su negativa fue tajante y veloz:

"¡Ninguno!"

Y se retiró, impaciente, sin dedicar dos o tres líneas a explicar ese otro modo de su satisfacción. Más tarde, en ceremonia especial, desarrollaría los motivos de su complacencia. Y concluiría que, tres años después de su histórica elección, México "es otro y mejor; más libre, más abierto, más plural y participativo".

Dentro de 48 horas sabremos en qué medida los ciudadanos comparten ese dictamen o lo rechazan. Apostando a su popularidad, Fox aceptó la demanda de su partido de dar carácter plebiscitario a la elección de diputados federales. Aunque no es candidato, aparece como si lo fuera, como si solicitara la ratificación de su mandato, al pedir que se quite el freno al cambio, proposición que resulta difícil de sustentar porque el Presidente ha recibido más colaboración del Congreso de la que la propaganda le autoriza a aceptar. Cuando no la ha habido, es porque la requirió tarde o mal, o ambas cosas a la vez.

Póngase por ejemplo la reforma laboral, rutinariamente incluida en el paquete de las "reformas estructurales" a cuya extrema necesidad alude todo examen de la situación mexicana, y que se ha convertido en una especie de vellocino de oro, obtenido el cual todo será ventura en el país. Malamente puede quejarse el Presidente de no recibir apoyo a su propuesta en ese campo, por la sencilla razón de que no ha presentado, él directamente, ninguna iniciativa de legislación del trabajo. Apareció en San Lázaro, ciertamente, apenas a mediados de...

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