Plaza Pública / ¡Silencio!

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Tan temprano como mayo del 2001, cuando apenas hacía cinco meses de su arribo al poder, el presidente Fox y el jefe de Gobierno disputaban el espacio público con sus frecuentes declaraciones, muy a menudo con observaciones rasposas de uno contra el otro. Me permití sugerir entonces:

"Especialmente desgasta a Fox y López Obrador su amabilidad con los medios cuando se trata de emitir opiniones. Sin que ello sea caudillismo, es de esperar en un gobernante capacidad para liderear la opinión, para emitir mensajes resultado de una evaluación cuidadosa de las circunstancias, y sólo en contadas ocasiones. No practican esa a mi juicio deseable parquedad el Presidente y el jefe de Gobierno capitalino. No predico el mutismo y la elusión, menos aun el ocultamiento, pero tampoco la locuacidad. Sugiero que ensayen un razonable laconismo y su imagen mejorará en la adecuada proporción."

Con mucho mayor razón hoy que entonces es exigible prudencia por lo menos verbal a los dos gobernantes. Y no sólo por conseguir mejoras en su imagen, como trivialmente propuse hace cuatro años. La crispación política a que ha conducido el enfrentamiento del gobierno federal con el de la Ciudad de México se alimenta cotidianamente con la guerra de descalificaciones y aun invectivas que libran López Obrador por un lado, y Fox y su vocero Rubén Aguilar por otra parte. Es una sucesión interminable que excede el ritmo de los procesos civiles, pues a la demanda, contestación, réplica y dúplica se añaden reiteraciones que llevan a una escalada que por el bien de todos debe concluir, independientemente que los procesos institucionales que enfrentan a los gobiernos sigan su curso.

Ayer por la mañana el jefe de Gobierno abandonó su estilo de respuestas improvisadas para leer un texto preparado que a su vez responde al presentado en la víspera por el vocero Aguilar. No es de extrañar que el mismo jueves de la oficina presidencial surgiera una nueva refutación. Es deseable que la prudencia haya dictado guardar silencio, y lo es también que con su declaración de ayer López Obrador cierre este capítulo. A mediados del 2001, al comprender que los encaramientos con el Presidente desgastaban a ambos, el jefe de Gobierno propuso una tregua que con intervalos se observó hasta el año pasado, todo el cual fue escenario de nuevos enfrentamientos.

López Obrador pide comprensión a quienes, como aquí se hace ahora, demandan poner fin a la polémica entre los dos gobernantes. Argumenta con razón que...

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