Poesía contra la barbarie

AutorJosé Emilio Pacheco
  1. "¡Es la humana excelencia cosa huera y en su cima el verdor muy poco dura si no le siguen tiempos de ceguera!

    Creía Cimabue en la pintura tener el campo que ahora es mantenido por Giotto, que su fama vuelve oscura: así quitóle el uno al otro Guido la gloria de la lengua; y tal vez viva quien a los dos arrojará del nido.

    El humano rumor tan sólo estriba en leve soplo de variable viento que alza al nombre y, si cambia lo derriba".

    Traducido por Angel Crespo, habla así Oderisi de Gubio, un miniaturista amigo de Dante, en el libro XI del Purgatorio, versos 90 a 102. Desde el lugar donde expían sus culpas los orgullosos, Oderisi condena la vanidad de las glorias humanas y subraya la naturaleza efímera del renombre.

    Después de esto que dice La Divina Comedia, el mayor poema de las lenguas europeas modernas, nadie se atreverá a envanecerse. Sobre todo ahora, cuando los quince minutos de fama que reinaban en los años sesenta del siglo pasado, se han contraído a unos segundos, a un clic, en la pantalla del televisor y la computadora.

  2. De este modo, recibo con alegría y humildad el inmenso honor que significa el Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz. También, con la certeza de que no es para mi persona sino para un trabajo de casi medio siglo, inconcebible sin la obra, sin la presencia, sin el ejemplo y sin la cercanía de muchos otros, muy en primer término el propio Octavio Paz. Sólo puede escribirse en la soledad, pero nadie lo hace aislado sino asistido, aunque ellos no lo sepan, por los poetas muertos, por sus contemporáneos, por los que llegan y los que vendrán después.

    Desde el primer momento dije que el premio no era tanto para mí como para la poesía mexicana. Hoy debo aclarar, ante el venturoso renacimiento de la expresión poética en las lenguas autóctonas, para la poesía mexicana escrita en español que ya, por fortuna, no tiene en nuestro país el monopolio de la palabra.

  3. La gran pasión de Octavio Paz fue la poesía. El nos enseñó a leer y apreciar la que se ha escrito en nuestra tierra en el idioma que nos legó la Conquista y es, al menos para mí, la única lengua materna. Esta lengua y esta poesía que la encarna vienen de muy lejos. Están hechas de elementos asirios, egipcios, judíos, griegos, romanos, cartagineses, iberos, vascos, chinos, hindúes, visigodos, celtas, árabes, africanos, y ante todo indígenas, no sólo aztecas sino de todas las culturas que han florecido en lo que hoy es nuestro territorio.

    Más tarde nuestra lengua y...

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