DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Oscuros días

AutorCatón

Don Frustracio sentía siempre el urente apetito de la carne. Doña Frigidia su mujer, en cambio, se mostraba en ese aspecto muy inapetente. Cuando él le solicitaba la realización del acto prescrito por las leyes humanas y divinas a fin de perpetuar la especie, ella aducía toda suerte de excusas y pretextos para incumplir esa demanda, no sólo las tradicionales evasivas -"Me duele la cabeza", "Estoy en mis días" o "Me siento muy cansada"-, sino otros regates inéditos de su invención: "Hoy se celebra el aniversario luctuoso de doña Josefa Ortiz de Domínguez, y sería impropio faltar en esa forma al decoro de la fecha", o: "Es día de San Pudente, patrono de la castidad, y desde joven le hice la promesa de no realizar nunca en su fiesta un acto impúdico". Así el pobre de don Frustracio veía siempre insatisfechos sus naturales rijos de varón, y si no los aliviaba por sí mismo, era sólo porque pensaba que con eso hacía agravio a la Legión Civil, agrupación de la cual era portaestandarte, que prescribía en su reglamento: "Los socios deberán observar a todas horas del día y de la noche una conducta moral irreprochable". Sucedió cierta noche, sin embargo, después de largo tiempo de abstención, que don Frustracio se atrevió a pedirle a su consorte el cumplimiento del débito conyugal. "¿Otra vez?" -preguntó con acrimonia doña Frigidia. "Pero, mujer -repuso el infeliz marido-, la última ocasión en que lo hicimos fue cuando nació el habitante número 6 mil millones de la Tierra, y eso fue el 12 de octubre de 1999". "¿Y ya quieres de nuevo? -se escandalizó ella-. ¡Eres un erotómano, un enfermo de satiriasis, un maniático sexual!" Don Frustracio insistió en su justificada petición, hasta que por fin ella accedió a hacer "eso" -así dijo- a cambio de la promesa de su esposo de llevarla de compras a Laredo. Puso, eso sí, una condición: lo harían con la luz apagada, por la devoción que ella le guardaba al arriba citado San Pudente. Así, a oscuras, se llevó a cabo el inusual suceso. A la mitad de la acción don Frustracio empezó a oír que su esposa profería ciertos sonidos que daban a entender que estaba disfrutando el trance. Intentaré poner en letras esos...

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