DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Plaza de almas

AutorCatón

Una mañana se dio cuenta de que había dejado de creer en Dios. Recordaba la hora en que lo supo: las 9:40. Acababa de decir la misa de 8 y vio el reloj de la sacristía; por eso pudo registrar el momento exacto en que hizo ese descubrimiento. No sintió ningún sobresalto, cosa rara. Se preguntó solamente, más con curiosidad que con inquietud, si habría otros sacerdotes como él, que tampoco creían en Dios. Creer en Dios, pensó mientras se despojaba de los ornamentos, era algo al mismo tiempo fácil y difícil. Fácil, si crees en él porque otros creyeron y te trasmitieron la creencia. Dios, se dijo, pasa de padres a hijos, como el reloj del abuelo o las recetas de cocina de la abuela. En cambio si te pones a pensar, y ves las cosas que ves, y oyes lo que oyes, creer en él se vuelve más difícil. Se dirigió a la casa parroquial; bebió el acostumbrado café y echó una ojeada al periódico. Después subió a su cuarto y se tendió en la cama. En el buró estaba la fotografía de su mamá. Por ella entró en el seminario. Alguien le dijo a la buena señora que si daba un hijo a la Iglesia se ganaría el Cielo. Tenía 11 años cuando salió de su casa para ir a aquel lugar que visto desde fuera parecía prisión y que visto desde dentro era prisión. El primer día que estuvo ahí hizo a un lado la porción de aguacate que le sirvieron con la sopa de arroz en la comida. El padre rector notó eso y le preguntó por qué no se comía el aguacate. "No me gusta" -respondió con naturalidad. A una señal del sacerdote uno de los sirvientes le retiró el plato y le trajo otro donde había solamente aguacate. Lo mismo le sirvieron en la cena, y en el desayuno y la comida y la cena del siguiente día, y del siguiente, hasta que empezó a vomitar a fuerza de comer sólo aguacate. El padre rector le dijo que ojalá hubiera aprendido su lección, y le advirtió que en adelante debía ser humilde y obediente. Lo fue todos los años que duraron sus estudios. Quizá nunca aprendió a ser verdaderamente humilde, pero aprendió a simular la humildad, y en tales casos es lo mismo. La obediencia no le costó trabajo. El que obedece no se equivoca, le dijeron, y las enseñanzas que ahí recibía...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR