DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Desobediencia

AutorCatón

"Encontré a mi mujer en brazos de otro hombre -le contó un individuo al médico-. Ella me dijo: 'Tomemos un café y hablemos'. Al día siguiente la sorprendí otra vez en la cama con un desconocido. Me volvió a decir: 'Tomemos un café y hablemos'. Y hoy por la mañana la hallé de nuevo en el lecho conyugal con un sujeto. Me repitió: 'Tomemos un café y hablemos'. ¿Qué piensa de esto, doctor?". "Amigo -respondió el facultativo-, usted no necesita un médico: necesita un abogado". "No, doctor -opuso el visitante-. Quiero que me diga si no me irá a hacer daño estar tomando tanto café"... Don Martiriano llamó por teléfono a su mujer, doña Jodoncia. Relató con temblorosa voz: "Me topé con un antiguo compañero de la escuela y le dio mucho gusto verme. Me invitó a tomar una copa hoy en la noche, luego a cenar y después a un teatro de revista. ¿Puedo ir?". "Claro que sí, viejito -respondió la voz-. Pásala bien y diviértete mucho". Después de un instante de vacilación dijo don Martiriano: "Perdone usted. Número equivocado". ("Número erróneo", solía decir don Pablo Salce, noble señor y gran cronista de Linares, Nuevo León)... Aquella linda chica de esculturales formas lucía orgullosa la casaca del equipo de futbol americano de su universidad. El coach le dijo: "Lo siento, pero esa casaca sólo puede llevarla quien es del equipo". Respondió ella: "Anoche lo fui"... Celiberia Sinvarón, madura señorita soltera, rezaba sus oraciones de la noche. "Señor: tú sabes que nunca pido nada para mí. Pero, por favor, mándale a mi pobrecita madre un yerno"... Un rudo mocetón del campo fue a la ciudad y pidió hablar con el juez de lo familiar. Manifestó: "Quiero divorciarme de mi esposa". El jurisconsulto era dado a la grandilocuencia, de modo que en vez de preguntarle con dos palabras: "¿Por qué?", le contestó solemne: "¿Qué causal de las contempladas por el articulado del Código Civil invoca usted para solicitar la disolución del vínculo matrimonial?". Alcanzó a entender el agreste mancebo que el juez le preguntaba por qué se quería divorciar, y respondió: "Fui engañado al matrimonio". Inquirió el juzgador: "¿Cuál fue ese dolus malus al que usted pretende dar fuerza resolutoria? ¿En qué consistió el engaño?". Respondió el mancebo: "La escopeta con que mi suegro me obligó a casarme no estaba cargada"... En la oficina de la Iglesia de la Tercera Venida (no confundir con la Iglesia de la Tercera Avenida, que permite a sus feligreses...

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