DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / ¡Juzgadores!

AutorCatón

El cantinero se aburría, y empleaba el tiempo en limpiar una y otra vez los vasos y las copas, cuando de pronto la puerta del local se abrió y entró en el bar una estupenda morenaza. Eso no habría tenido nada de extraordinario -a Dios gracias abundan las estupendas morenazas- si no es porque la mujer iba completamente en peletier, vale decir sin ropa, corita, nuda, en cueros. La exuberante dama se plantó frente a la barra, y en tono imperativo le pidió al tabernero una cerveza. El hombre, sin decir palabra, se la sirvió, y luego clavó la mirada en la desabrigada fémina. "¿Qué? -le dijo ella, retadora-. ¿No ha visto nunca una mujer desnuda?" Respondió el sujeto: "Muchas he visto, bendito sea el Señor. Pero me estoy preguntando de dónde se sacará usted el dinero para pagar la cheve"... "Les habla el capitán desde la cabina de pilotos -sonó clara la voz en el sistema de sonido-. Vamos volando conforme a nuestro itinerario, y estaremos aterrizando aproximadamente dentro de 15... ¡¡¡Oh Dios mío!!!" A la angustiada exclamación final siguió una serie de confusos ruidos. Los pasajeros se espantaron. ¿Había surgido acaso una emergencia? Todos temieron lo peor. El sobresalto general terminó cuando se oyó otra vez la voz calmada del piloto: "Discúlpenme si los asusté, damas y caballeros. Sucede que la taza de café se me cayó en las piernas, y eso me hizo proferir la exclamación que ustedes escucharon. Deberían ustedes ver cómo quedó la parte delantera de mi pantalón". Masculla un pasajero con enojo: "¡Y él debería ver cómo quedó la parte posterior del mío!"... Tenorello Pitorreal, famoso actor de dramas clásicos, era además un consumado seductor. Sus mejores tiempos, sin embargo, habían pasado ya, y cierto día que con una linda joven fue a un discreto hotelito en la montaña se mostró incapaz de poner en alto su prestigio. Por más esfuerzos que hizo no pudo hacer honor a la ocasión. Se aplicó entonces a recitarle a la chica trozos selectos de La vida es sueño y El condenado por desconfiado. No entendió nada la ninfa, y más aún se desconcertó cuando, pasado un tiempo razonable, Pitorreal procedió a revolver las sábanas del lecho antes de salir. "¿Por qué...

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