DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Mentiras

AutorCatón

Afrodisio Pitongo, hombre de rijosa carnalidad -por no decir cachondo-, requirió los servicios de una daifa, buscona, maturranga, pendona, hetaira o meretriz. Le preguntó cuál era su tarifa. "Mil pesos" -dijo ella. "Estás loca -replicó Pitongo-. Te ofrezco 50". La mujer se encrespó. Bufó enojada: "Por esa irrisoria cantidad no lo hago ni con uno de Saltillo, ciudad cuyos varones tienen fama de grandes amadores por virtud de las miríficas aguas que en esa hermosa ciudad bebe la gente". "Está bien -cedió Afrodisio-. Te doy 60 pesos y mi celular". A la furcia le hacía falta un teléfono móvil, de modo que aceptó la oferta. Se consumó, pues, el trance de fornicación. Acabado que hubo el ilícito consorcio Pitongo le dijo a la mujer: "Ten tu dinero". Así diciendo le entregó los 60 pesos. Pidió ella: "¿Y tu celular?" "Apunta, linda -contestó Afrodisio-. 9-786-414-325"... Los pescadores, ya se sabe, son grandes mentirosos. (Cuando me vea yo frente a San Pedro, el portero celestial, mentiré acerca de mi vida para ver si logro ser admitido en la morada de la eterna bienaventuranza. Seguramente el apóstol de las llaves me dirá: "Todo eso que has contado son mentiras". Yo le responderé: "Por Dios, San Pedro, dame una oportunidad. ¡Estamos entre pescadores!"). Sucedió que un aficionado a la pesca le dijo a otro: "Este fin de semana pesqué un robalo de 10 kilos". El otro, escéptico, inquirió: "¿Tienes algún testigo?" "Claro que lo tengo -afirmó el primero-. Si no lo tuviera el robalo habría pesado 20 kilos"... Babalucas se casó. Cuando regresó de la luna de miel un amigo le preguntó, pícaro, cómo le había ido en su viaje de bodas. Feliz, respondió el badulaque bajando la voz: "No me lo vas a creer: ¡me la tiré!"... Roy Rogers, cowboy y gran intérprete de baladas del Oeste que cantaba acompañándose con su guitarra, se tomó un día de vacaciones a fin de descansar de sus fatigas, y fue a refrescarse en las cristalinas aguas del río que pasaba cerca de su finca. Estaba ahí, nadando tranquilamente, cuando a todo correr llegaron sus vecinos. "¡Roy! -le dijo uno lleno de sobresalto-. ¡Los indios se disponen a quemar tu cabaña!" Apresuradamente salió Roy de las aguas. Le dice otro: "¡Tienen atada a Dale, tu esposa! ¡Parece que la van a violar!" El vaquero, desesperado, se apresuró a vestirse. El tercero le comunicó: "¡Un indio se apoderó de tu caballo palomino, Trigger, y se lo va a llevar!" Roy, angustiado, se apresuró aún más. Añadió uno: "¡Otro indio está...

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