De Política y Cosas Peores/ Reloj de oro

AutorCatón

Un tipo pasa por la aduana en su automóvil. "¿Qué trae, señor?" -le pregunta con toda cortesía el vista-. "Nada" -responde el individuo-. "A ver -dice el aduanal-. Abra su cajuela, por favor". El tipo baja del auto, abre la cajuela, y he aquí que traía dos enormes costales llenos de cosas. "¿Qué es eso?"- vuelve a inquirir el oficial-. "Comida pa' los pollos" -contesta el otro-. Algo sospecha el vista, el caso es que dice al individuo: "Abra los costales, si es tan amable". El tipo los abre, y resultó que estaban llenos de aparatos eléctricos: televisores, videocaseteras, hornos de microondas, de todo había en los costales. "¿Que pasó, amigo?" -dice con mucha severidad el aduanal-. ¿No dijo usted que era comida para pollos?". "Mire, oficial -dice entonces el sujeto-. Yo les pongo a los pollos estas cosas, y si no se las comen eso ya es asunto de ellos"... El maduro, salaz ejecutivo, dice a su joven, hermosa secretaria: "Rosibel, vi en una joyería un reloj que ni mandado hacer para usted. Es de oro y los números están hechos con pequeños brillantes. Cuesta una pequeña fortuna. Dígame: si le doy ese reloj, ¿usted qué me da?". "La hora" -responde la muchacha... El señor se veía agotado, con aire de absoluta extenuación. El médico lo examina y le dice: "Creo que he dado con la causa de su fatiga crónica. En adelante haga el amor cuando mucho dos veces a la semana, y eso con su esposa, para que no se excite demasiado". Poco tiempo después regresa el individuo al consultorio del doctor. Iba exangüe, endeble, lánguido, demadejado, laso...

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