La política social a la hora de la cena

AutorSalomón Chertorivski

Salomón Chertorivski

Secretario de Desarrollo Económico, CDMX

Se ha dicho ya varias veces, con diferentes evidencias y desde varias fuentes: nuestro arreglo económico muestra que entre la política social y la política económica se desteje el viejo lienzo de Penélope: lo que una hace en la mañana, la otra lo deshace por la noche, especialmente a la hora de cenar. De modo que, como advertía Reforma en una investigación de Martha Martínez (Revista R, 21 de mayo de 2017), la institución mexicana encargada de combatir la pobreza, Sedesol, crece y multiplica su presupuesto, pero la pobreza aumenta en números absolutos y se mantiene constante en números relativos (53.2 por ciento del total de los mexicanos) en el último cuarto de siglo.

Hay varias explicaciones a este grave y extendido problema, probablemente el mayor de nuestro tiempo, porque de él abrevan las otras plagas de nuestro especial "fin del mundo mexicano": la criminalidad, la violencia y la debilidad del Estado.

Por mi parte, creo que Coneval ha ofrecido el cuadro más exacto de lo que está pasando: la persistente pobreza en México depende de dos factores cruciales; los ingresos que la gente obtiene por su trabajo, por un lado, y los servicios de salud, educación, seguridad social, subsidios, pensiones, etcétera, por el otro. El primero ocurre fundamentalmente en el mercado; el segundo depende, sobre todo, del Estado.

Si esto es así, resulta que en estos años, especialmente después de la crisis financiera, es el mercado el que sigue fallando, mientras que el Estado avanza, persigue las necesidades de los mexicanos, lentamente.

En unas palabras así, creo, se puede resumir el riguroso Informe presentado por el Secretario Ejecutivo de Consejo Nacional para la Evaluación de la Pobreza: los ingresos caen, los servicios crecen (un tramo pequeño), y es por este juego de fuerzas que México tuvo 2 millones de pobres adicionales, pero 100 mil pobres extremos menos, quienes con toda seguridad hoy son, sencillamente, pobres.

Veámoslo así: los 55.3 millones de pobres mexicanos padecen un poco menos, porque el número de carencias que sufren son menos... insisto, un poco menos: de 2.4 a 2.3 carencias en el bienio del Informe. Lo mismo ocurrió con los pobres extremos: de 3.7 a 3.6 carencias-promedio.

Si damos tres pasos atrás y logramos cierta perspectiva, el avance resulta francamente residual frente a los grandes números de la miseria: 2 mil personas se han estado agregando al mundo de la pobreza...

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