Pone Holanda ejemplo de civilidad

AutorInder Bugarin

REFORMA/Bélgica

BRUSELAS.- Para matar el tiempo en Holanda, evite recargarse en la pared o en la cornisa de una ventana, pues si es sorprendido por un oficial, "el atrevimiento" le costará tanto como una buena comida para dos: 45 euros.

Conocido en Europa como el país de la rectitud, el civismo holandés está cimentado en una férrea y perseverante educación, así como en uno de los más estrictos sistemas de aplicación y cobro de multas por faltas cívicas.

"En los Países Bajos hay normas inquebrantables que cuestan una fortuna al infractor, y forman parte estratégica para mantener el cumplimiento de la ley", afirma Leendert de Lange, experto del Ministerio Fiscal holandés, responsable de redactar la base de las infracciones.

"Queremos un tipo de comportamiento específico y en los últimos años hemos venido reforzando el sistema de multas para que la gente viva bajo la ley", agregó.

Y para muestra, sobran los botones: asistir a un partido de futbol sin identificación está penado con 80 euros, pescar e intentar vender una anguila, uno de los platillos favoritos de los holandeses, que mida menos de 25 centímetros, 130 euros.

"Pero el peso de las multas no serviría de nada sin un efectivo sistema de cobro y medidas disuasivas para obligar el pago", aseguró.

La piedra angular del esquema para hacer valer las normas cívicas es la Agencia Central de Cobro Judicial (CJIB), un exitoso aparato de ejecución de multas creado en 1990.

Haciendo uso de lo último en tecnologías y con un personal de unos 600 elementos, concentra todas las infracciones emitidas en el país por la Policía y se encarga de hacerlas llegar vía correo postal al infractor, así como evitar la evasión del pago.

La profesora Tineke Cleiren de la Facultad de Derecho de la Universidad de Leiden, afirma que cada una de las multas en Holanda está justificada y debe verse bajo un pensamiento de orden urbano.

La prohibición de recargarse en la pared de un tercer, por ejemplo, tiene su origen en el temor al vandalismo y la violencia grupal, que podría generarse por la concentración de jóvenes en la esquina de una casa.

"En Holanda se elige para ciertos casos un instrumento de pena sólo para poner en orden a la sociedad, para evitar situaciones de peligro en el tráfico (como son las normas para los conductores de bicicleta) y la interrupción del orden público", agrega Cleiren.

Por su parte, Marloes van Beek, asesora de directivos de escuelas primarias, sostiene que el extenso abanico de multas en...

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