Pone Huaquechula altares monumentales

AutorÉdgar Anaya

Fotos: Édgar Anaya

"Nos dejó por herencia el más precioso tesoro: la esperanza de unirnos allá en el cielo, el recuerdo de sus consejos, la imagen de sus virtudes y el ejemplo de su vida en la tierra", reza un pensamiento colocado en uno de los altares.

"Me siento halagada cuando oigo que la gente que viene a ver los altares se asombra y dice que nunca habían visto unos como éstos", dice Jaquelín Gil, estudiante de secundaria, quien desde hace tres años aceptó la invitación de las autoridades de este pueblo de Huaquechula para ser guía los días de Muertos.

El personal de la Casa de Cultura y de la Presidencia Municipal hacen la invitación en las escuelas y las muchachas y jóvenes que la aceptan son instruidos para su importante misión: guiar a los cientos de visitantes que llegan a esta comunidad del estado de Puebla entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre. Ellos les indican en qué casas hay altares y cuáles son sus características. Les explican que en la mayoría de las casas se ponen ofrendas con comida, como las que se ven en cualquier parte de México, pero que en las casas con difunto reciente, donde falleció un pariente hace un año o menos, se le instala un altar, es decir, una de esas monumentales estructuras que identifican a San Martín Huaquechula y le han dado fama incluso en el extranjero.

Trozos de cielo en la tierra

Una vez al año, las humildes viviendas del pueblo guardan en sus salas los lujosos, palaciegos altares, que elevan hacia el cielo a sus numerosos ángeles y a sus más abundantes pliegues lustrosos. El techo insolente de la vivienda es el que tiene que marcar el límite superior de estos trozos de gloria que los deudos terrenales preparan para bien recibir a los espíritus de sus parientes y que alcanzan los tres metros de altura.

Parecen de alfeñique, o de un mármol blando cincelado con aguja e hilo, los simétricos altares de Huaquechula; se sienten más hispanos que indígenas, y como que atraen los rezos, cual si fuesen retablos portátiles y de un día extraídos con el pensamiento del interior de elegantes iglesias.

Satín celestial

Nunca y en ningún otro lugar el satín, esa tela brillosa, ha sido tan reverenciada como en Huaquechula. Azul cielo, verde limón o rosa pastel a veces, pero principalmente blanco pureza es el distintivo satín que, en abundantes pliegues, rígidos forros y suaves caídas, cubre la estructura de varios pisos de este "condominio" de ánimas, "edificio" temporal de las almas idas.

"Los altares...

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