Ponen guapo a Cuitzeo

AutorEsther González Jacques

Enviada

CUITZEO, Michoacán.- Al llegar al kilómetro 30 de la carretera que va de Morelia a Salamanca, aparece ante el viajero la inmensidad del Lago de Cuitzeo; 53 mil metros de agua salinizada rodean al vehículo que transporta a los interesados en visitar la localidad que da nombre a esta albariza.

Garzas y pelícanos borregones volando sobre un horizonte de agua pacífica son el principal espectáculo a admirar mientras se atraviesa el puente que conduce hacia la población ubicada al final del camino: Cuitzeo.

Este poblado michoacano fue nombrado Pueblo Mágico en noviembre de 2006, y los ojos del mundo voltearon a verlo; sin embargo, los habitantes aún desconocen las posibilidades que el título les otorga.

Por ejemplo, doña Mary, quien vende las tradicionales corundas frente al monasterio agustino, se impresiona cuando un turista le pide una bolsa con 20 ejemplares del producto.

"¿Y cuándo pueden regresar por más?", pregunta feliz de haber terminado en minutos con la vendimia que, por lo general, despacha en un día completo.

A unos pasos, el panadero asegura solamente preparar las porciones de bolillo y conchas a la leña que vende entre semana.

Las cámaras fotográficas también resultan un elemento que invade la intimidad de los habitantes, en cuanto alguna les apunta, se esconden de inmediato o corren en sentido contrario al disparo. Al arribar a un espacio con estas circunstancias, se accede a una cotidianidad intacta.

Un domingo común

El último día de la semana, en la plaza principal ubicada frente al monasterio agustino, se establece el mercado sobre ruedas que surte a la población con verduras, frutas, ollas, zacates, metates, veladoras y figuras de santos (en especial de San Judas Tadeo, en todos los tamaños).

Algunos productos se exhiben sobre locales montados en tubos de acero, y otros sobre mantas colocadas en el suelo. Lonas de color rojo y verde dan sombra al viajero mientras camina por los pasillos que bordean cúmulos de frijoles, chile chipotle, jitomate, cebolla y demás ingredientes necesarios para la comida de todos los días.

Las mujeres, envueltas en rebozos, hacen el mandado y se dan tiempo para comprar zanahorias o jícamas con chile piquín y limón, o chicharrones de harina.

Frente a la birria de Don Tavo se establecen los pescadores que desde las cinco de la mañana lanzan sus redes al Lago de Cuitzeo para capturar charales y tilapias que despachan hasta mediodía.

Quien parece que se lleva la mejor venta del día es la señora...

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