Porfirio Díaz: ¡Repátrienlo en caliente!

AutorAntonio Bertrán

El próximo sábado 2 de julio, cuando el presidente Vicente Fox cumpla 63 años de edad y cinco de haber ganado las elecciones, Porfirio Díaz alcanzará nueve décadas de permanecer en lo que el historiador Enrique Krauze ha llamado un "extraño y absurdo exilio post mortem", al que lo condenaron los gobiernos emanados de la Revolución que, en palabras del biógrafo inglés Paul Garner, lo "satanizaron" al presentarlo en la historia oficial sólo como el dictador que promovió el exterminio de los indios yaquis, reprimió las huelgas obreras y permitió la explotación de los campesinos en las haciendas henequeneras de Yucatán.

Esta circunstancia ha impedido a sus descendientes cumplir la última voluntad del "Héroe del 5 de Mayo": ser enterrado en la parroquia de la Soledad de su natal Oaxaca, localizada frente al mesón del mismo nombre donde nació el 15 de septiembre de 1830.

"Quiero ir a morir a mi país, quiero estar allí, al lado de todos los míos", declaró Díaz en una entrevista publicada en México en el diario católico El Tiempo, el jueves 30 de noviembre de 1911, seis meses después de haberse exiliado voluntariamente en París, hacia donde partió desde el muelle de la T del Puerto de Veracruz, en el trasatlántico alemán Ypiranga, el 31 de mayo del mismo año.

Este deseo no se cumplió. La muerte le llegó al soldado invicto de 37 batallas libradas contra conservadores y franceses en su departamento parisino de la Avenida del Bosque de Boulogne, el viernes 2 de julio de 1915, pocos minutos después de las seis de la tarde. Tenía 85 años de edad y esclerosis en las arterias; contaba con la bendición papal de Benedicto XV.

El domingo, el cadáver del general fue embalsamado y su viuda, Carmelita Romero Rubio, dispuso que se depositara de manera provisional en una gaveta de la Iglesia de Saint-Honoré d'Eylau, con la esperanza de que pronto pudiera ser trasladado a México.

"Carmelita tuvo por mucho tiempo la creencia de que su estancia en aquel lugar habría de ser transitoria", refiere Carlos Tello Díaz, tataranieto del general, en El exilio: un relato de familia (Cal y Arena, 1993). "Con la prolongación del exilio, sin embargo, entendió que sus restos tenían que ser depositados en un lugar más permanente".

Seis años después, el 27 de diciembre de 1921, el féretro de Porfirio Díaz fue exhumado de Saint-Honoré d'Eylau y enterrado en la capilla que le construyó su mujer en Montparnasse, muy cerca de la tumba del poeta maldito Charles Baudelaire. El sobrio monumento está coronado por el águila de los liberales y en el interior presenta un pequeño altar con la imagen de la Virgen de la Soledad y la Guadalupana, la bandera de México y una vasija de barro negro con tierra de Oaxaca.

Hasta la fecha, el general permanece entre los franceses -que lo acogieron sin problema a pesar de que los venció en la celebrada Batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862-, en espera de que, como alguna vez escribió, "un estudio más concienzudo y comprobado haga surgir en la conciencia nacional un juicio correcto que me permita morir, llevando en el fondo de mi alma una justa correspondencia de la estimación que en toda mi vida he consagrado y consagraré a mis compatriotas".

La leyenda del regreso en secreto

Durante tres generaciones, la familia Díaz ha visto frustrados los esfuerzos de diversos grupos de la sociedad civil que se han propuesto repatriar al político que, si bien descuidó el desarrollo social del país y al final de sus tres décadas de gobierno dejó un nivel de analfabetismo del 85 por ciento, según explica el historiador Friedrich Katz, también fue un héroe militar e "impulsó la base material de la modernización de México" al construir carreteras, líneas férreas y puertos, y propiciar un clima de paz.

A punto de cumplir 93 años de edad, el único nieto vivo de don Porfirio, Manuel Díaz Raigosa, atribuye a la "falta general de cultura histórica" de los mexicanos que su ilustre abuelo permanezca en París. "Me gustaría mucho verlo de vuelta en México para poder morir en paz", dice desde su casa de Zihuatanejo.

Al preguntarle por qué la familia no ha encabezado activamente un movimiento para repatriar a su pariente, María Eugenia Díaz Gastine, hija de don Manuel, explica: "Se trata de un hombre público que no le pertenece a la familia; nosotros seríamos jueces y parte. La iniciativa debe surgir del pueblo y contará con nuestro apoyo; los familiares creemos que también debe colaborar el gobierno para rendirle los honores que como militar y ex Presidente merece, porque sin ese reconocimiento no tiene sentido traerlo a México".

Su hermano Eduardo agrega que bastaría con una "ceremonia digna, nada ostentosa".

El primer reclamo para repatriar a Porfirio Díaz surgió cuatro años después de su muerte. Entre las más de 10 mil referencias biblio-hemerográficas de la biblioteca del Centro de Estudios Históricos del Porfiriato, que preside Ricardo Orozco Ríos, hay un folleto publicado por Leopoldo Batres el 2 de julio de 1919, donde el arqueólogo porfirista escribió con el exaltado estilo de la época: "Porfirio Díaz: La República te llora y espera que vuelvas aunque sea en cenizas para que tus despojos le sirvan de divino talismán en su difícil y constante lucha".

Orozco Ríos, un ingeniero en electrónica estudioso de la figura de Díaz, igualmente ha coleccionado una serie de folletos, publicados año con año en el natalicio del general, entre...

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