Preservan tejido hecho a mano

AutorDaniel H. Pérez

CHICONCUAC.- La venta de ropa pirata en este Municipio ha relegado el trabajo artesanal de la lana, pues de ser un pueblo que se distinguía por la producción de suéteres, tapetes, hilos y sarapes, ahora predominan las prendas deportivas de marca y mezclilla de supuesta importación.

Pero aún hay un taller que en pleno corazón del mercado de ropa, oculto entre puestos semifijos, trabaja los telares como antaño.

En este lugar hace 30 años tejían hasta 300 metros cuadrados de tapetes en una semana y hoy, si se terminan siete metros en el mismo lapso, es mucho.

Don Silverio Delgado de la Cruz fundó el negocio donde producen y venden suéteres, tapetes y sarapes; a sus 84 años, recuerda cómo era Chiconcuac en sus inicios.

"Empecé a hacer tapetes en los 40, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial", detalló, "en aquel tiempo era fuerte la demanda de estos tapetes en Estados Unidos porque estaba paralizada la industria allá.

"Fue entonces también que Chiconcuac se levantó como la espuma, porque fue muy fuerte la demanda en sarapes que se fabricaban o tejían casi en todas las casas del pueblo".

El local se conoce como "Estambres La Ardilla", donde han hecho los únicos tapetes del pueblo reconocidos a nivel mundial con premios como el Howard Mercury en 1988 y el Estrella de Oro a lo mejor de 1990, este último de la Universidad de Madrid.

"Chiconcuac era de hacer tapetes y sarapes, pero de veras excelentes en cuanto a calidad y en lo artístico de sus diseños.

"Pero en la misma forma se desinfló y se acabó, hoy no encuentras ni conoce la gente un telar, habrá dos o tres casas que tengan telares, pero ya no los explotan, los tienen como reliquia", afirmó Delgado.

Rodeados de tapetes con motivos como el Quijote de La Mancha, dioses prehispánicos, flores y paisajes, entre otros, Arnulfo Flores y Guadalupe Cuevas son de los últimos trabajadores de la lana en "La Ardilla".

"Antes éramos muchas tejedoras, como 100, y hasta nos iban a poner aparatos electrónicos para producir más porque todo esto es hecho a mano, pero se fueron yendo y ya casi no los usamos, se dejó de vender", detalla Cuevas.

Y en esta labor lo complicado es combinar los colores, teñir la lana del tono justo y elegir el grueso de los hilos, que pueden ser desde 10 a 50 milímetros.

Luego, al acabar el trabajo, en el que Guadalupe tarda entre dos y cinco días, Arnulfo recorta los sobrantes, enyesa la parte anterior y al secarse...

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