La primera noche

AutorSilvia Isabel Gámez

Una multitud lo aplaudía. La recorrió con la mirada al tiempo que saboreaba la ilusión de aquellos rostros anónimos, los vítores. Sonrió por última vez a los flashes que no paraban de centellear y abandonó el balcón.

Apenas había entrado en la estancia cuando una jauría acezante de colaboradores se le acercó, pidiendo instrucciones. El Presidente se recostó en uno de los sofás y comenzó a tirarles oficios, hojas de papel por las que peleaban enfurecidos. Lo enternecía la raza política, su voracidad. Aprovechó que estaban distraídos royendo los restos entintados para salir en busca de su Dama. Caminó silencioso por los pasillos, escondiéndose en las sombras. Al llegar a su puerta, la tocó apenas con los nudillos. Ella no contestó. "¡Amor!", susurró lo más ardiente que pudo. De nuevo, silencio. Arañaba ya la madera, desesperado, cuando la puerta se abrió. La Dama extendió su regordeta mano derecha hacia el Presidente y ordenó: "Muérdela". Con cada nueva dentellada, la mujer parecía que iba a resquebrajarse de placer. "Invítame a pasar", pidió él en una confusión de lengua y dedos. "Primero oríname la izquierda". "Bueno, pero recuerda que soy incontinente", le dijo el Presidente, mientras dejaba caer...

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