El proceso en Iztapalapa

AutorJosé Antonio Aguilar

Presunto culpable es un documental sobre un hombre inocente, pero en él aparecen numerosos criminales. El protagonista es acusado falsamente de un homicidio que no cometió y precipitado en una pesadilla dantesca que se rige por una inmisericorde lógica kafkiana. Un proceso sin pies ni cabeza, pero que sigue su absurdo curso hasta el final: una sentencia condenatoria que no podría resistir el examen crítico de un niño de 6 años. Roberto Hernández y Layda Negrete, dos jóvenes y talentosos abogados, han recurrido al cine para documentar una realidad que avasalla a la ficción. La suya es una apuesta cabal al escándalo, a la indignación pública.

Por más de dos años, filmaron el "proceso" judicial de José Antonio Zúñiga, un hombre que fue literalmente elegido al azar por policías judiciales en busca de una rápida "consignación". Al proceder de esa forma se convirtieron en delincuentes con placa y protegidos por el Estado. El acusado no conocía a la víctima, ni a su acusador (un testigo presencial del homicidio de su primo) y se encontraba al momento del crimen en un lugar público y notorio a la vista de numerosos testigos que dieron fe de su paradero. La suya no era una coartada; era inocencia palmaria. Al caer en los engranes del sistema se halló en la indefensión absoluta frente a un sistema corrupto, injusto y clasista. Su defensor de oficio, otro criminal, fue un abogado espurio e incompetente que falsificó su cédula profesional. Nadie detectó en su momento el hecho.

José Antonio Zúñiga fue sentenciado a 20 años de prisión por un crimen que no cometió. Cuando Hernández y Negrete denuncian al defensor de oficio, el proceso se repite. Sin embargo, el mismo juez vuelve a juzgar a Zúñiga. Éste es un personaje siniestro, protegido por la toga judicial. En el segundo juicio, como en el primero, el juzgador ignora las muestras palpables de inocencia: el acusador no menciona a José Antonio Zúñiga en sus dos primeras declaraciones. Su nombre sólo "aparece", con mote inventado y todo, en la tercera declaración del testigo, cuando los agentes judiciales ya habían aprehendido a Zúñiga.

Las pruebas químicas para determinar si el acusado había disparado un arma de fuego son negativas. El testigo, que comete perjurio frente a las cámaras, no puede describir la apariencia de la persona a la que ha señalado, pues en realidad ha visto a Zúñiga por primera vez tras las rejas. Ninguna de las contradicciones del testigo, puestas en evidencia por el prestigiado...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR