Profeta del idioma

AutorLázaro Azar

A pesar de cuán devastadora ha sido la noticia de su inesperada e intempestiva muerte, este martes no pude menos que sonreír al ver cómo tituló The New York Times su obituario: Daniel Catán, Composer of Operas in Spanish, Dies at 62. ¡Qué cosas!, quien confesara que soñaba "con la ópera en español" murió mientras dormía y, esté donde esté, estoy seguro de que habrá esbozado una sonrisa al ver que se le reconocía por haber alcanzado su ideal, su meta de crear óperas en su idioma, este idioma al que tanto anheló que se asimilara y pareciera esa música suya, tan rica, sutil y sonora.

Cuánto evolucionó en cuatro décadas. De su primera partitura publicada, aquellas escuetas y métricamente inestables Variaciones para piano (1971) a la nueva orquestación camerística que recién presentó de La hija de Rappaccini (1989), Catán transitó con la humildad de quien está dispuesto a aprender de sus errores hasta adquirir un lenguaje propio que, en el trayecto, le brindó el orgullo de escuchar que estaba en deuda con compositores que iban de Monteverdi hasta Alban Berg; precisando, diría que con quienes más se le hermanó fue con Richard Strauss, Puccini y los impresionistas franceses... o con algún empolvado compositor patrio, como ocurrió cuando hice notar que uno de los temas más pegajosos de la banda sonora que compusiera para la telenovela El vuelo del águila (1994) no era más que una refinada reelaboración de Ella, una dancita para piano original de Ernesto Elorduy.

Aunque su catálogo muestra que para hacer oficio y soltar la mano lo mismo compuso música de cámara que partituras sinfónicas y hasta un ballet -Ausencia de flores, encargado para conmemorar el Centenario de José Clemente Orozco-, Catán siempre reconoció que aunque no se puede vivir como compositor de óperas y quien se lanza a ello rara vez reincide, lo suyo, su obsesión primigenia, siempre fue el género lírico, y si llegó a reconocérsele por ser el primer mexicano a quien se le produjera profesionalmente una ópera en Estados Unidos y el primer compositor de habla hispana a quien le fueran comisionadas óperas en nuestro idioma por compañías de habla inglesa, fue por la convicción con que asumió que ése era su destino.

Prueba de ello son las declaraciones que diera a José Noé Mercado hace un par de años, admitiendo que de sus cinco óperas la primera, Encuentro en el ocaso (1979), no la contaba. "Es mi ópera número cero y aunque tiene grandes fallas, es la obra de la que más aprendí...

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