La promesa de su nombre

AutorREFORMA / Staff

En esta ciudad porteña la vida es sosegada. En La Paz no hay multitudes, problemas de tránsito ni ruido excesivo. Incluso hay lugareños que aseguran que es posible aclarar la mente caminando por el malecón, con la mirada perdida en el mar.

Justo de ese paisaje que regala el Mar de Cortés, nadie desea quitar la vista. A espaldas de la ciudad hay una exuberante desierto de cactáceas, coyotes y águilas, pero al frente, en el agua, está el real encanto de La Paz: un mar lleno de leones marinos, delfines nariz de botella y otras especies de ballenas y tortugas, y de playas que no hacen más que invitar a la relajación.

Pichilingue, una de las más cercanas a la ciudad, provee un espacio recreativo sin riesgos, ya que sus aguas son mansas y de poca profundidad. Los restaurantes ubicados bajo palapas consienten al paladar con varios platillos: ensalada de sierra, empanadas de marlin o almejas chocolatas rellenas -recién extraídas del agua- se cuentan entre las estrellas de las cartas.

Para adentrarse en lo que Jacques Cousteau llamó "el acuario del mundo", hay que dirigirse a la Marina de La Paz desde donde salen recorridos para quienes deseen practicar actividades, como pesca deportiva, buceo y esnórquel, o simplemente conocer otras playas como Balandra, donde está la famosa figura de piedra en forma de hongo, símbolo de la ciudad. En esta playa la arena es blanca y el agua cristalina.

Tras volver a la ciudad luego de jugar al marino, se descubre entonces la máxima belleza de este sereno rincón. Desde el malecón hay que debatirse entre admirar las esculturas que se suceden a otras o fijar la vista en el horizonte para testificar cómo el sol se acurruca en el mar, al tiempo que el cielo se pinta de encendidos colores.

Los lugareños lo afirman: los atardeceres son el orgullo de este destino.

Ruta por mar y desierto

El descanso en La Paz puede extenderse a otros rincones del estado, como:

1 LORETO

Por la carretera Transpeninsular, rodeada de cactus y vistas de la fotogénica Sierra de la Giganta, se llega a Loreto.

La ciudad tiene un aire pueblerino, de dinámica tranquila y de profundo contacto con el mar y la montaña. En su colorido centro destaca la Misión de Nuestra Señora de Loreto, edificada entre 1699 y 1752, y conocida como la primera misión de las 18 que construyeron los jesuitas en esta región.

El Parque Marino Bahía de Loreto es un conjunto de islas e islotes, de bellas playas y aguas transparentes, habitadas por unas 30 especies de fauna...

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