Promesas de un segundo viaje

AutorIvett Rangel

"El que come calafate, siempre vuelve", asegura una leyenda. No dudé entonces en probar una mermelada de dicho fruto, quería regresar a El Calafate, ese pequeño pueblo ubicado en la Patagonia argentina.

También comí hielo del glaciar para asegurar una segunda visita al Perito Moreno, en esa misma zona.

Y sí regresé a Argentina, pero no a las mismas ciudades, ¿habrá surtido efecto? Esa segunda vez viajé a Iguazú, al norte argentino, donde tienen también promesas similares que alimentan las esperanzas de volver algún día.

Quienes prueben de sus aguas regresarán a Iguazú, dicen los locales. Un gomón (lancha inflable) me introdujo en la cascada de San Ignacio, por si acaso...

¿Quién inventa esas promesas con tintes de superstición o leyenda? Nadie sabe. ¿Cómo comprobar su eficacia? Sólo cuando regreses... si lo haces.

La tradición oral es rica e inagotable, por eso leyendas urbanas abundan por doquier. Se vuelve inevitable realizar las creencias, aunque sólo unas cuantas te prometen un segundo viaje.

Y como no hay viajero que quiera perder la oportunidad o quedarse con la duda, hacemos cosas "raras", sin importar lo ridículo que sean.

Unas resultan tan sencillas como lanzar monedas a las fuentes: a la de Trevi para volver a Roma o a la de Las Cibeles para retornar a Madrid. Otra es beber agua "mágica": la de Cachimba del Rey para regresar a Maldonado (Uruguay) o la del lago Titicaca para estar nuevamente en Puno (Perú).

En Interlaken, Suiza, hay una fuente dentro de un glaciar llamado Ice...

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