Un pueblo que se conoce a tragos

AutorFrancisco Armenta

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TEQUILA, Jalisco.- "Cuando yo esté tomando, favor de no estar ching...", reza un dicho popular que además se lee en las ánforas forradas con cuero de puerco, recuerdo que invariablemente adquieren quienes van de visita a Tequila.

Durante una calurosa tarde en la plaza central, cuando el sol pega con lupa y los habitantes buscan las bancas bajo la sombra de los árboles, un grupo de turistas pasea en tranvía turístico y otro se alista para entrar a una de las haciendas más antiguas aún en funcionamiento: La Rojeña, ubicada en la calle conocida como José Cuervo, en honor al personaje fundador de la famosa tequilera.

Por toda esa avenida empedrada, cuesta arriba rumbo al Barrio de la Villa, atravesando una zona terregosa y las vías del tren, se puede subir hasta un cerro y una cruz desde donde se domina todo el pueblo.

Ante los ojos aparecen las fábricas de Sauza y Cuervo, así como el templo de Santiago Apóstol con su fachada de piedra, y el del Señor de los Desamparados, una pequeña construcción que data del siglo 18.

El trayecto dura unos 25 minutos desde el centro del pueblo, por un camino que antes era el Camino Real para ir a Guadalajara y Tepic, y nombrado hace algunos años como calle 24 de Enero, fecha en la que llegó a Tequila el guerrillero y agrarista Manuel Lozada, "El Tigre de Álica", personaje que en Nayarit es considerado un héroe y en Jalisco, un villano.

Por la senda, desde la zona empedrada hasta la punta del cerro, se encuentran múltiples piedras de obsidiana, que los antiguos prehispánicos usaban para crear, entre otras cosas, puntas de flecha. Los actuales artesanos elaboran piezas artesanales de gran colorido, como las de don Salvador Aguirre, quien pone a diario su puesto en la Plaza de Armas, frente al Ayuntamiento de Tequila.

Pero la panorámica que atrapa al visitante es la del valle, un espacio tapizado con alfombras azules que se extiende desde el Volcán de Tequila hasta la barranca por donde pasa el río Santiago. Son los campos de agave que no se ven en ninguna otra parte del mundo, razón por la que, desde el 12 de julio del 2006, la UNESCO denominó la región como Patrimonio de la Humanidad.

Del pueblo al campo

En Tequila se siente la calidez, el trato amable, franco y directo de sus habitantes. Es un pueblo pequeño que puede ser recorrido a pie para luego visitar fábricas como la de Sauza o la Cofradía. Ahí se conoce el proceso de elaboración de la bebida, y tras un paseo por los campos de agave hay una...

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